Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Patatas sin tierra, ladrillos con lana

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Producción de patata de siembra sin suelo
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CRECER EN EL AIRE

Precisamente el hecho de crecer enterrada frenó en el Viejo Continente la aceptación de la patata como alimento. Después, el hambre se encargaría de limpiarla de prejuicios. Y, ahora, es el propio tubérculo el que se sacude la tierra.


Ya está en marcha la primera experiencia en España de producción a gran escala de patatas de siembra en el aire, sin necesidad de tierra. Newco, Sociedad para la Transferencia de Tecnología en Patata, en colaboración con el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker-Tecnalia, está llevando a cabo un proyecto para la producción de tubérculos mediante un sistema conocido como aeroponía.


El sistema de cultivo aeropónico para la producción de la primera generación de patata de siembra se desarrolla en invernaderos y consiste, básicamente, en mantener las raíces de la planta al aire y en condiciones de total oscuridad. Un sistema de nebulización pulveriza de forma periódica agua enriquecida con nutrientes.


Esta técnica consigue aumentar la productividad, ya que se pueden obtener unos 20 tubérculos por planta en lugar de los 3 o 4 logrados con el cultivo convencional. Además, evita la incidencia de las enfermedades que existen en el suelo y supone un gran ahorro de agua y fertilizantes.


UNA CASA ‘ABRIGADA’

La tierra sin tratar fue uno de los primeros materiales de construcción que utilizó el ser humano. Los ejemplos más antiguos se encuentran en viviendas de Oriente Próximo de hace entre 11.000 y 12.000 años. En restos arqueológicos del siglo XIV a. C., localizados en Cerdeña (Italia), también se ha hallado material terroso mezclado con plantas o guijarros, con fines resistentes. En la actualidad, buscando una alternativa más sostenible que el ladrillo convencional o el hormigón, se estudia la fabricación de ladrillos reforzados con lana.


Investigadores españoles y escoceses han añadido fibras de lana al material arcilloso con el que se fabrican los ladrillos y las han unido con un polímero natural que se extrae de las algas, el alginato.


“El objetivo era elaborar ladrillos reforzados con lana, y obtener un compuesto más sostenible, no tóxico, que empleara materiales locales abundantes, y mejorara su resistencia mecánicamente”, explican a la agencia de noticias Sinc Carmen Galán y Carlos Rivera, autores del trabajo e investigadores en las Escuelas de Arquitectura de las universidades de Sevilla (España) y de Strathclyde (Glasgow, Reino Unido), respectivamente. El estudio ha sido publicado en la revista ‘Construction and Building Materials’. Según los test mecánicos realizados, el compuesto es un 37% más resistente que otros ladrillos de tierra estabilizada, sin cocer.