Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Una nueva forma de vida

None

Dos mediáticos estudios científicos publicados este año que está a punto de terminar se centran en nuevas formas de vida.


En mayo, el equipo de Craig Venter publicó un trabajo revolucionario donde se mostraba la generación de la primera vida sintética: una bacteria cuyo ADN había sido diseñado en un ordenador, luego sintetizado y ensamblado químicamente. Vida nacida de un chip de silicio. Una década de trabajo, centenares de investigadores, muchas publicaciones previas, innumerables controles e ingente cantidad de dinero para superar todas las barreras que ha exigido tal proeza. Para hacerse una idea: en un primer intento, y una vez completado el ensamblaje del ADN sintético, los esfuerzos para generar vida sintética fueron infructuosos. Una revisión del genoma sintético demostró que se debía a un único fallo entre un millón de bases de ADN. Solo un error, si ocurre en el sitio adecuado, impide que la vida prospere.


Estos últimos días, todos los medios se han hecho eco de un trabajo dirigido por la investigadora Felisa Wolfe-Simon sobre una nueva adaptación a la vida que podría sustituir el indispensable fósforo por el tóxico arsénico en sus biomoléculas, incluso en el ADN. Al poco de ver la luz, muchos investigadores han dado la voz de alarma sobre la falta de controles del estudio así como de datos suficientemente convincentes para hacer tal aseveración.


La vida parece capaz de adaptarse y sobrevivir en casi cualquier ambiente inimaginable. Sin embargo, y como ocurrió en el caso de la bacteria sintética, ciertas circustancias parecen ser incompatibles con la vida basada en el ADN. Habrá que esperar a nuevos análisis para saber si ese sigue siendo el caso para el arsénico. No debemos poner fronteras a la vida pero hay que saber usar buenas herramientas para saltárselas.