Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Escaneando montañas

Desde el descubrimiento casual de los rayos X hasta los TAC de última generación, que captan en un instante nuestros órganos vitales, estos 'rayos incógnita' han escudriñado a millones de personas. Ahora, también demuestran su capacidad para escanear formaciones geológicas a pequeña escala.

El modelo de una formación montañosa, visto con tomografía axial computerizada
radiología
CARLOS MUñOZ

UNA MAQUETA COMO PACIENTE

Aunque a última hora de la tarde el servicio de Radiología del Hospital General Royo Villanova aparece relativamente tranquilo, no debemos dejarnos engañar por las apariencias. Durante el último año, se realizaron 36.000 exámenes de radiología convencional, 7.000 ecografías, cerca de 2.000 resonancias magnéticas y 5.000 estudios tomodensitométricos. La parcela asistencial y docente -es uno de los centros acreditados por la Escuela Europea de Radiología, ESOR- no son las únicas que llaman la atención. Desde el punto de vista de la investigación, el grupo de radiología trabaja en un interesante proyecto con el Instituto Geológico y Minero de España en el que, en vez de un paciente acostado sobre la mesa que atraviesa el túnel del dispositivo TAC, nos encontramos con la maqueta de goma de una formación montañosa. El objetivo es verificar mediante tomografía axial computerizada y resonancia magnética, modelos experimentales a escala que ayuden a identificar reservorios de dióxido de carbono en la naturaleza.


Un silencioso paciente expuesto, por lo demás, al mismo proceso que uno de carne y hueso: la fuente de rayos X gira 360 grados a su alrededor, mientras los sensores detectan la información procesada por el ordenador. Como explica Luis H. Ros Mendoza, jefe de la Unidad de Radiología del hospital, “nuestro grupo aporta su experiencia y preparación en las distintas modalidades de imagen utilizadas, para visualizar de una manera más nítida las diferentes zonas o elementos del modelo”.


En el área médica, destaca un proyecto multicéntrico de investigación coordinado por el Hospital Universitario San Carlos de Madrid, orientado a evaluar la seguridad y eficacia de los distintos tipos de inyectores para la administración de contraste endovenoso en el curso de las exploraciones mediante TAC. “Para conocer con exactitud las características de la patología de un paciente, inyectamos por vía intravenosa un medio de contraste que evalúa el grado de vascularización de la patología. Se trata de sustancias que contienen yodo, un elemento radio opaco que permite que las lesiones hipervascularizadas, como la mayor parte de los tumores malignos, destaquen respecto a las estructuras circundantes”. Una investigación que permitirá “administrar el contraste con las máximas medidas de seguridad y en el periodo de tiempo óptimo para que los resultados de la exploración sean los más eficaces”.


Más de cien años separan la primera radiografía -la mano de Berta Roentgen, esposa del físico alemán- de los últimos avances en diagnóstico por imagen. Como recuerda Ros, “la introducción de los rayos X supuso el inicio de un nuevo camino para el diagnóstico de las distintas patologías, hasta entonces limitado a los datos aportados por la historia clínica y la exploración física del paciente”. En la actualidad, “el concepto de diagnóstico por imagen ha sustituido al de radiología. Este término integra todos los medios diagnósticos basados en la utilización de agentes físicos y resueltos en imágenes bidimensionales. La ausencia de radiación ionizante en técnicas -ecografía, resonancia magnética- así lo justifica”.


EN BUSCA DE RESERVORIOS DE CO2

El cambio climático demanda soluciones urgentes y poco comunes. Uno de los conceptos que más suenan son los reservorios de CO2. Enterramientos geológicos diseñados para almacenar bajo tierra el dióxido de carbono. Paradójicamente, la forma más sencilla de inyectar este gas son los yacimientos petroleros activos o agotados, cuna del combustible con los que el hombre ha contaminado la atmósfera durante décadas. No es la única opción. Los reservorios también pueden localizarse en otras zonas, como rocas permeables o cavidades de rocas salinas. Pero antes de tomar una decisión, los geólogos necesitan reconstruir con precisión el subsuelo para evaluar y planificar potenciales reservorios. El problema, tal como aclara Emilio Pueyo, investigador del Instituto Geológico y Minero de España, “es que obtener los datos necesarios del subsuelo por sondeos o sísmica es muy caro”. De ahí que se recurra al escaneo de maquetas de estructuras geológicas: “De este modo obtenemos modelos 3D perfectos en los que podemos predecir, a escala, la posición exacta de las superficies plegadas y su cantidad de deformación o fracturación, es decir, las zonas por las que podría migrar el CO2”. En el interior del reservorio, el gas tiende a mantenerse o combinarse con los elementos de la estructura, efecto que asegura su permanencia a largo plazo. En España todavía no existen reservorios de CO2. Tenemos que viajar hasta el mar del Norte para encontrar los primeros proyectos de almacenamiento.