Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Nuestros hábitos condicionan cuántos años vamos a vivir

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Ancianas del proyecto sociocultural Eterna Juventud cantan y bailan al inicio del Seminario Internacional Longevidad Satisfactoria, inaugurado la semana pasada en La Habana (Cuba)
envejecimiento
EFE

El estudio del envejecimiento celular no solo ha abierto las puertas a tratamientos, sino que nos permite entender el impacto de nuestros hábitos en nuestra esperanza de vida. Mientras muchos estudios en animales modelo, como los ratones, se han centrado en analizar compuestos que puedan aumentar la longevidad, otros han optado por variar sus hábitos. La dieta es uno de los pilares que soportan nuestra longevidad. No en vano, el ‘milagroso’ fármaco que ha alargado la vida en ratones mimetiza una alimentación baja en calorías. Diversos estudios demuestran que una dieta baja en calorías aumenta la esperanza de vida en animales modelo, como el dirigido por el investigador Stephen Spindler, de la Universidad de California (Estados Unidos). Los resultados obtenidos en estudios con humanos son todavía objeto de discusión y controversia, aunque sí parecen apuntar a que las dietas bajas en calorías podrían mejorar la memoria en personas ancianas y reducir el riesgo de sufrir alzhéimer, es decir, ralentizar la senescencia.


Más allá del papel de la alimentación, hay otros factores de nuestros hábitos que tienen un papel muy relevante en nuestra esperanza de vida. Varios estudios indican que introducir elementos de juego y esparcimiento en las jaulas de los ratones ralentiza ciertos síntomas del envejecimiento. Por el contrario, el estrés y la depresión se han demostrado como factores de riesgo para muchas enfermedades en humanos. No parece casualidad que España sea uno de los países del mundo con mayor número de personas centenarias: gozamos de una equilibrada dieta mediterránea, un sistema sanitario más que competente y formamos parte del grupo de países con mayor calidad de vida, según la ONU.