Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La vuelta a la medicina

None

Gallo sobre el bastón de Esculapio
gallo
EDUARDO MíNGUEZ

Para comenzar este enigmático recorrido por el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, solo tenemos que situarnos enfrente del arco principal de entrada, vigilado por la diosa de la sabiduría, Minerva. Abriendo la serie de los medallones alusivos a la medicina, un gallo demuestra su liderazgo sobre el bastón de Esculapio. Este dios romano, entrenado por el centauro Quirón en el arte de curar es, con permiso de Minerva, la única figura mitológica masculina representada en el edificio. A su lado, la higiene, con la característica serpiente enrollada en la copa. Un símbolo asociado a Esculapio y a su hija Higia con el que seguimos identificando las actuales farmacias.


NUEVAS TÉCNICAS

Nuestro recorrido continúa con la cirugía, representada con la mano sanadora y el ojo. Es precisamente en el siglo XIX cuando se mitigan los grandes terrores de las salas de operaciones como el dolor, las infecciones y las hemorragias mediante el descubrimiento, entre otros, de la anestesia con cloroformo.


Los siguientes medallones de la serie rescatan cuatro técnicas revolucionarias de la época: la micrografía, la craneometría, la esfigmografía y la uretrotomía. Gracias al desarrollo de la óptica, el microscopio se convirtió en compañero inseparable de muchos científicos, como Santiago Ramón y Cajal, cuyo autorretrato junto a este aparato óptico es una de las imágenes más icónicas de nuestra ciencia. La craneometría, representada con el cráneo frente al dispositivo de medida, refleja fielmente el afán de la época por medir e inventariar.


Doblando la esquina del edificio, descubrimos nuevos motivos. Ya en la fachada de Gran Vía, el esfigmógrafo, utilizado para medir la presión arterial, sigue siendo un habitual de las consultas médicas. Mientras, el uretroscopio, empleado para realizar las primeras intervenciones de estenosis de uretra, cuenta hoy con la ayuda de las cámaras endoscópicas. El capítulo continúa con la toxicología, ilustrada con unas plantas venenosas, y con el aparato respiratorio, fácilmente reconocible por una caja torácica.


En la parte de detrás del edificio Paraninfo, los apósitos y vendajes protagonizan el penúltimo medallón. Aunque ahora nos parezca un trabajo menor, en pleno siglo XIX era considerado un auténtico arte digno del más competente de los cirujanos. Finalmente, la ‘vuelta’ a la medicina se cierra con el medallón de la medicina legal, referencia obligada teniendo en cuenta la proximidad al recinto del antiguo Instituto Anatómico Forense.