Tercer Milenio

En colaboración con ITA

CSI, el cerebro informático del Gobierno de Aragón

En diez años, la Administración autonómica ha crecido de forma espectacular, pasando de 8.000 a más de 40.000 funcionarios. Las exigencias tecnológicas de este ¿brontosaurus¿ administrativo son enormes, especialmente, cuando se trata de procesar información. Un reto al que da respuesta el CSI del parque tecnológico Walqa.

El CSI cuenta con más 100 servidores que prestan servicio a 12.000 estaciones de trabajo
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Con su doble puerta de control biométrico, lo último en sistemas de videovigilancia y detección precoz de incendios, el Centro de Servicios Informáticos de Aragón (CSI) es uno de los lugares más seguros de nuestra comunidad. No debe extrañarnos: este edificio de 300 metros cuadrados alberga el Centro de Proceso de Datos (CPD) del Gobierno de Aragón. Una labor invisible pero fundamental para asumir de forma eficiente las tareas de la Administración.


En la actualidad, el CSI de Walqa da soporte al 87,4% de las aplicaciones del Gobierno de Aragón. Lo consigue con un potente sistema de almacenamiento de datos en torno a los 52,8 terabytes brutos, aunque podría superar los 200. Sus instalaciones son el cerebro principal desde el que funcionan la práctica totalidad de las prestaciones telemáticas. Mientras el Centro de Datos del edificio Pignatelli actuaría en casos de contingencia de los servicios críticos albergados en Huesca, el Centro de Proceso de Datos de Teruel ofrece el respaldo ‘en frío’ que garantiza la integridad de la información. Tal como explica Fernando García Mongay, director gerente de la entidad pública AST (Aragonesa de Servicios Telemáticos), “la topología en sistemas distribuidos es la solución más segura para evitar la concentración de riesgos en un único centro. En eventos catastróficos como terremotos, grandes incendios o terrorismo, disponer de centros de réplica, respaldo y continuidad, evita grandes pérdidas de datos”.


Una alianza tecnológica que funciona como un solo ente, incluso a kilómetros de distancia. La clave reside en “la evolución de las telecomunicaciones y la gran capacidad del ancho de banda. Facilita que centros ubicados físicamente en lugares diferentes actúen de forma sincronizada como un conjunto único, proporcionando servicios con mayor seguridad al establecerse balanceos de carga que permiten el máximo rendimiento”.


Cuando se trata de la protección de la información, no hay espacio para el azar. Como revela García Mongay, “el CSI de Walqa está conectado con el CPD de Zaragoza a través una doble red de almacenamiento de fibra óptica mediante la que se replican los datos críticos, permitiendo su disponibilidad inmediata en Zaragoza en caso de desastre en Huesca. De esta manera, AST dispone de un único CPD lógico en diferentes ubicaciones físicas”. Respecto a las copias de seguridad, “cuenta con una solución de ‘backup’ que guarda versiones de los datos garantizando la consistencia frente a corrupciones”.


Además de salvaguardar la información, su recuperación ante posibles contingencias resulta fundamental. Tras un eventual corte de luz, por ejemplo, seguiría funcionando de forma autónoma gracias a un transformador de alta tensión que mantendría la continuidad del suministro eléctrico. Unos datos que sitúan al CSI en un entorno tecnológico de última generación, fuertemente respaldado por su equipo humano. Entre los perfiles profesionales más buscados destacan arquitectos de sistemas, administradores de bases de datos y de redes de comunicaciones.


El CSI cuenta con más 100 servidores que prestan servicio a 12.000 estaciones de trabajo. En un futuro, podría multiplicar por veinte su número, alcanzando la cifra de 2.000 máquinas. El cerramiento del pasillo caliente entre los armarios que alojan los servidores permite, además, obtener un ahorro de más del 30% en consumo de energía y la consiguiente disminución de CO2.


HUELLAS DIGITALES QUE ABREN PUERTAS

En el Centro de Servicios Informáticos de Aragón, la seguridad es un factor crítico, especialmente en el control de accesos, dotados de complejos sistemas de seguridad. En un paseo virtual hasta la joya de la corona del CSI, el Centro de Proceso de Datos, deberíamos llegar hasta un ‘anti pass back’ o pasillo de seguridad de doble puerta. En cada una de estas puertas, nos encontraríamos con un sistema electrónico de control de acceso. La primera comunica con el pasillo de seguridad y funciona mediante un dispositivo de reconocimiento por proximidad de tarjeta electrónica. La segunda solo se abre por reconocimiento biométrico de huella digital: un carácter único e irrepetible que el ser humano comparte con los primates. Aunque se forma a partir de la sexta semana intrauterina, no envejece ni varía a lo largo de nuestra vida. Como dibujos caprichosos, forma rugosidades que crean salientes y depresiones. En las crestas se encuentran las glándulas sudoríparas. Cuando el dedo hace contacto con una superficie queda un residuo que produce el negativo de la huella. Este complicado mapa dactilar es capaz de delatar a un asesino o, como en el caso del CSI, garantizar un acceso seguro al Centro de Proceso de Datos. Hoy por hoy, resulta un medio de identificación con una fiabilidad del 100%, si tenemos en cuenta que es imposible duplicar una huella dactilar. Además de vigilar el control de accesos, esta tecnología evita fraudes en la banca o en el sistema de salud, por suplantación de pacientes.