La modernización de los regadíos, que tanto ahorro de agua reporta, depende en gran parte de los sistemas de telecontrol conectados a la infraestructura de riego. Estos sistemas, formados por equipos electrónicos dispersos por el campo, vigilan y regulan el flujo del agua según las necesidades. Pero su trabajo se ve interrumpido por algo, aparentemente tan simple, como es la alimentación, el suministro de energía para que esos equipos funcionen.

“Las baterías no ofrecen suficiente autonomía y requieren una reposición demasiado frecuente”, explica Fermín Orna, director comercial de Grupo Verne, la empresa que sacará en breve al mercado la microturbina que viene a solventar este inconveniente.

Junto a investigadores de la Universidad Politécnica de La Almunia, Grupo Verne ultima ya el lanzamiento de su turbina, que recarga las baterías de los equipos de control aprovechando la energía del agua de la propia instalación. “La turbina recibe agua a través de una válvula, controlada por un automatismo electrónico que vigila el estado de la batería”, indica Orna.

Y cuando la batería cae por debajo de un valor predeterminado, “el sistema de control abre la válvula y el giro de la turbina mueve un generador que repone la carga”, añade.

Fernando Quero, director de la Politécnica de La Almunia, explica también que “la turbina es capaz de cargar baterías en treinta minutos; y, según el consumo del equipo, esa carga lo mantendrá activo entre 15 y 30 días”.

Y es que en los últimos años se ha recurrido a múltiples sistemas de alimentación, desde la sustitución manual de las baterías hasta la puesta en bajo consumo de los sistemas o el uso de energía fotovoltaica. Pero todos presentaban carencias que impedían la labor de los sistemas de telecontrol.

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