Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Cómo percibimos el paso del tiempo?

Vivimos obsesionados con el tiempo. Ninguna sociedad más que la nuestra está inmersa en esa frenética carrera por controlarlo, comprimirlo, estirarlo como el chicle, e -incluso- tratar de multiplicarlo. Pero ¿cómo mide el tiempo nuestro cerebro? Los científicos todavía tratan de responder a esta pregunta

La percepción del tiempo es objeto de estudio de los neurocientíficos
reloj
REUTERS

DEPENDE

¿Cuánto tiempo le ha costado leer la entradilla de este artículo o su titular? Lo más probable es que su respuesta dependa de factores como la velocidad a la que ojeó el texto, quizá su humor en este momento y, sin duda, la atención que ha prestado. Una nueva edición de la revista británica ‘Philosophical Transactions of the Royal Society’ repasa alguna de las teorías –que todavía se debaten- de la forma en que experimentamos el tiempo.


¿CUAL ES LA FUNCIÓN DEL TIEMPO EN LA EVOLUCIÓN?

Nuestra capacidad de reacción inmediata ante situaciones de peligro es vital en nuestra supervivencia. A veces, salir corriendo un segundo más tarde puede costarnos la vida. Nuestro cerebro reconoce casi instantáneamente en nuestros interlocutores las expresiones faciales de enfado y miedo, aquellas que pueden ser más amenazadoras, frente a los rasgos que expresan tristeza, pena o alegría.


¿CUÁNTOS RELOJES TENEMOS DENTRO?

Más que como una serie de relojes mostrando la hora de ciudades de diversos husos horarios del mundo, si pudiéramos echar un vistazo a la sala de mandos interna que regula el tiempo en nuestro organismo, nos encontraríamos con algo así como un gran panel de la Nasa lleno de múltiples pantallas. El cuerpo cuenta con distintos mecanismos para controlar distintos tiempos. Algunos son tan fiables como nuestro reloj biológico, que regula las horas de sueño. Otros son más subjetivos y se ven afectados por factores psicológicos o culturales. Pero también hay cronómetros de última generación superprecisos: los que controlan movimientos en la escala de los nanosegundos, para nuestra coordinación muscular o de la visión.


¿CÓMO CREA EL TIEMPO NUESTRO CEREBRO?

Humanos y animales contamos con una especie de cronómetro interno que podemos parar, poner a cero o reactivar en cualquier momento. Siempre se ha creído que el tiempo era como un río que avanza de forma lineal, pero ahora sabemos que el cerebro en realidad construye el tiempo como si fuese el montaje de una película, y que los factores culturales personalizan este proceso. En Occidente, vivimos perpetuamente corriendo para acabar llegando tarde a todos sitios, pero hay culturas en las que meter prisa supone un profundo ultraje. Nuestra ‘asimilación cultural del tiempo’ tendrá un impacto en cómo lo vivimos: luchamos con él, lo manipulamos y todo ello está profundamente vinculado a los estados de ánimo, la atención o las emociones.


¿POR QUÉ A VECES EL TIEMPO VUELA Y OTRAS NO TERMINA DE PASAR NUNCA?

Los expertos en teoría del tiempo hacen una división entre percepción del tiempo y tiempo objetivo. Un minuto siempre está compuesto de 60 segundos (tiempo objetivo), pero en nuestra percepción personal, individual e intransferible, a veces esos 60 segundos pasan a velocidad de AVE y otras a la de un tren regional que para en todas las estaciones. Aunque no se han encontrado las bases neurológicas que lo sustenten, siempre se ha creído que el cerebro cuenta con un reloj interno que mide el tiempo a base de pulsaciones, como el ‘tic-tac’ de un reloj. Sin embargo, el ritmo de las pulsaciones se puede ver alterado por factores emocionales o de atención, lo que hace que se registren más pulsaciones y el contador estime una duración subjetiva más larga o más corta en función de la situación.


¿EXISTE UN ÁREA DEL CEREBRO QUE MIDA EL TIEMPO?

Los científicos no han podido determinar en qué área específica del cerebro se procesa el tiempo, ya que, en las pruebas de percepción temporal, las imágenes de resonancia magnética muestran diversas partes (cerebelo, ganglios basales o córtex frontal) que se activan. Esto podría ser porque el tiempo está relacionado con muchas de nuestras acciones diarias, como la memoria a corto plazo o la toma de decisiones.


¿HAY ENFERMOS DEL TIEMPO?

Hay enfermedades que implican una disfunción en nuestra capacidad de medir el tiempo, como el párkinson, que afecta fundamentalmente a una parte del cerebro que controla los movimientos musculares, provocando problemas de temblores y coordinación. Otras, como el alzhéimer, suponen alteraciones de nuestra percepción subjetiva del tiempo, borramos las barreras del presente y del pasado. Incluso se cree que las personas demasiado impulsivas podrían ser ‘enfermas del tiempo’. Su impulsividad vendría de una incapacidad absoluta para controlar o poner en hora su reloj interno y encontrar así el momento adecuado.


IMPULSOS

El cerebro trata de forma distinta los impulsos automáticos o sensaciones directas -lo que ocurre en una escala de 10 a 100 milisegundos- y escalas mayores: segundos, minutos u horas. El tiempo por debajo del segundo es importantísimo en cuestiones como el movimiento y la coordinación de músculos y articulaciones. Es necesario establecer con precisión la duración de tiempos muy complejos en pruebas atléticas o artísticas; y acompasar la relación espacio, visión y tiempo al coger al vuelo un objeto. Percibimos antes los estímulos auditivos que los visuales (por eso se da un pistoletazo de salida en las carreras), aunque nuestro cerebro construye la percepción para que parezcan simultáneos. La escala inferior al segundo se empieza a estudiar ahora y puede arrojar resultados reveladores sobre lo que hacemos instintivamente, sin pensar.


PARA SABER MÁS:

Referencias a artículos de la revista 'Philosophical Transactions of the Royal Society'.


El libro 'Time', de Eva Hoffman, Profile Books.


'Time and the brain'.


'The experience and perception of time'.