Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Murmullos en la quietud

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Sabéis perfectamente de lo que estoy hablando. Me refiero a ese momento justo antes de dormirnos en el que escuchamos el sonido de una canica rebotando en el piso de arriba. Es algo ya cotidiano de nuestras vidas como urbanitas; algo que hemos sabido integrar como un sonido más de los tantos que se  repiten con insistente asiduidad en nuestro día a día.

“¡ey!, cuando compré la casa a mi no me dieron ese juego de canicas. ...”

Obviamente no existe tal juego de canicas, pero sí una explicación física al hecho. El ruido que escuchamos son las cañerías del edificio que se mueven absorbiendo la fuerza generada por la presión del agua.

El fenómeno se produce cuando durante un proceso de suministro de agua, la zona de salida es cerrada súbitamente (es decir, cerramos el grifo de golpe). Esto hace que el agua que se estaba desplazando hacia la salida sea frenada, y puesto que las moléculas del líquido no pueden atravesar el émbolo de cierre ni se pueden comprimir chocan contra el mismo, y se produce un fenómeno de depresión (la tubería se ensancha), haciendo que parte del líquido pase a estado gaseoso, y con ello, generando una onda de burbujas de aire que se transmite en sentido opuesto, es decir, hacia la zona de paso de tuberías de los pisos inferiores.

Pues bien, toda esta presión que se dirige hacia atrás terminará disipándose al transmitir su energía, bien sea mediante un punto de fuga o bien, directamente al material contenedor (en este caso las cañerías).

Los sonidos recurrentes cada vez más con menor intensidad, que imitan el caer de una canica sobre el suelo son producidos por la presión que disminuye con cada "bandazo". En la gráfica superior podemos ver como el efecto de la presión se mitiga después de cada sacudida, esto se debe a que el citado tren de ondas de aire cada vez llega con menor energía.

Este fenómeno se conoce como pulso de Joukowski o golpe de ariete y puede tener consecuencias de destrucción de las cañerías. Por ello mismo se instalan métodos como neumáticos de cámaras de aire comprimido que puedan absorber las ondas energéticas que se desplaza por los conductos del edificio.

Lo más significativo de todo el asunto, es como nuestro cerebro ha unido el concepto de este fenómeno con un ruido familiar como es el de la caída de una canica. El hecho de que todos pensemos en ello y reconozcamos perfectamente de lo que trata este artículo es un reflejo claro de cómo nuestro sistema de percepción lejos de hacer una evaluación independiente del mismo, la intenta a toda costa linkar y unir a determinados patrones conocidos.  La física que hay detrás del citado fenómeno sorprende y nos llama la atención, pero la verdadera complejidad del asunto viene dada de la pregunta de porqué nuestro cerebro hasta ahora nos había permitido continuar sin hacer que nos sentáramos antes a buscar una explicación convincente.

Créditos: Imágenes Wikipedia

Autor del artículo:  David Gascón

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