Un tercio de escolares de las grandes urbes respiran humos tóxicos

El dióxido de nitrógeno de los tubos de escape supera de forma habitual los máximos legales en el entorno del 36% de los colegios de seis ciudades españolas.

Niños yendo al colegio recurso archivo
Un tercio de escolares de las grandes urbes respiran humos tóxicos
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Miles de niños y adolescentes respiran habitualmente humos tóxicos mientras estudian en el colegio o al instituto o cuando juegan en sus patios o instalaciones deportivas. Así lo demuestra una investigación realizada en los dos primeros meses de este año en el entorno de 160 centros educativos de seis grandes ciudades españolas diferentes por técnicos y voluntarios de Ecologistas en Acción.

Las conclusiones dejan pocas dudas. Más de un tercio de los colegios e institutos analizados superaron en sus alrededores las tasas legales de dióxido de nitrógeno -uno de los principales contaminantes lanzados al aire por los tubos de escape-, prácticamente la mitad de estos lugares infringirían las concentraciones de este tóxico que la Comisión Europea aspira a implantar en breve y los escolares de todas las instalaciones chequeadas menos una respiran más NO2 del que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar daños en su organismo.

El dato más grave es el que señala que en las tres semanas de enero y febrero que se instalaron dispositivos de medición permanente en los alrededores de los 160 colegios, el 36% de las instalaciones, 58 centros educativos, presentaron una concentración de dióxido de nitrógeno superior a los 40 microgramos por metro cúbico, el límite máximo que permite la legislación española.

Las violaciones de la normativa fueron mayoritarias en las dos principales capitales españolas. En Madrid traspasaron el límite legal del contaminante atmosférico tres de cada cuatro colegios e institutos, 28 de los 38 testados. En Barcelona el resultado no fue tan escandaloso, pero casi. Los alumnos respiraban concentraciones peligrosas de NO2 en dos de cada tres centros, en 23 de los 35 analizados.

En las ciudades de tamaño medio donde se realizaron mediciones (Granada, Murcia, Vigo y Gijón) las violaciones de la ley fueron menos, pero las hubo. En la capital andaluza y en Gijón un 15% de los colegios e institutos superó el límite permitido del tóxico, en Vigo solo registró más de 40 microgramos un centro y en Murcia, ninguno.

No obstante, ese último dato no indica que los alumnos de esas ciudades respiren un aire mínimamente saludable. De hecho, solo 20 de los 160 centros educativos estudiados tenían una concentración de dióxido de nitrógeno inferior a los 20 microgramos por metro cúbico que la Comisión Europea quiere implantar lo antes posible como límite máximo y entre los que lo superaron el futuro tope legal estaban entre el 25% y el 30% de los colegios e institutos de las cuatro ciudades de tamaño medio.

Riesgo generalizado

El dato más definitivo recogido por el estudio es que solo un colegio de los 160 testados cumplía la recomendación dada por la OMS de no superar los 10 microgramos de NO2 por metro cúbico, por considerar un riesgo para la salud una concentración superior. El único aire saludable rodea a un colegio de Barcelona sin circulación de vehículos en su alrededor y ubicado junto a un parque.

Las conclusiones del estudio son preocupantes porque justamente es la población infantil la más vulnerable a las lesiones que origina en el organismo una alta aspiración habitual de NO2, que daña sobre todo el sistema respiratorio e inmunitario, que en el caso de los chicos es aún inmaduro porque está en formación. Es un gas tóxico que puede causar infecciones respiratorias, bronquitis y agravar dolencias como el asma o la EPOC, entre otros males.

Ecologistas en Acción defiende que la única solución a estos riesgos es la apuesta decidida de las administraciones públicas por la restricción del tráfico que quema derivados del petróleo y por las zonas de bajas emisiones, sobre todo en los alrededores de escuelas e institutos, y por la potenciación de medios de movilidad ciudadana alternativos, como la bicicleta o el transporte público.

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