Un estudio calcula que el 4 % de españoles son vegetarianos y el 0,8 veganos

Expertos alertan de que el seguimiento de dietas de exclusión de forma no plenamente justificada podría suponer un riesgo para la salud.

Un menú vegano de lo más refrescante
Un menú vegano de lo más refrescante

Un alto porcentaje de la población trata de eliminar de su dieta, sin considerar los daños que puede conllevar, alimentos que consideran poco saludables, como los aditivos, la lactosa, el gluten, la carne o el pescado, según un estudio que cifra en 4 % la población vegetariana y en el 0,8 la vegana.

En la mayoría de los casos, las exclusiones alimentarias se realizan sin tomar consciencia del daño a la salud que puede conllevar eliminar alimentos sin supervisión médica, según consta en el informe ‘Tendencia de exclusión alimentaria en la población española’, elaborado por la Fundación Mapfre junto a la Academia Española de Nutrición y Dietética, que se presenta hoy.

El informe busca detectar y cuantificar la proporción de población española que excluye, total o parcialmente, un alimento, nutriente o ingrediente específicos, para lo que se ha preguntado a una muestra de 3.150 residentes en España de forma aleatoria y estratificada.

Según ese estudio, se entiende que la dieta flexitariana (vegetariana con ingesta ocasional de carne o pescado) se sitúa entorno al 7 por ciento, el vegetarianismo se sitúa un poco por debajo del 4 por ciento y la de veganismo algo por debajo del 0,8 por ciento.

No obstante, “algunas de las personas que reportaron en esta investigación estar dentro de estos grupos podrían realizar algunas transgresiones consumiendo de forma esporádica pequeñas cantidades de carnes y pescados (los vegetarianos) y de huevos (los veganos)”.

Un alto porcentaje de la muestra declaró evitar o tratar de evitar diferentes alimentos, nutrientes e ingredientes de la dieta, siendo mayoritariamente los considerados objetivamente poco saludables.

Las mujeres y la población de mediana edad fueron los grupos que más reportaron la exclusión de alimentos “poco saludables”. De hecho, considerar un componente de la dieta como “saludable” hace que disminuya el riesgo de excluirlo de la alimentación.

Un 77 % de los encuestados declara eliminar completamente (27%) o tratar de eliminar (50%) los aditivos alimentarios, lo que refleja que hay una aversión a los aditivos.

La dieta sin lactosa es el tipo de dieta de exclusión probablemente más practicada por la población española: según el estudio, un 25 % la sigue.

En esta investigación, hasta un 9 % de los encuestados refirió seguir una dieta baja en FODMAP (Fermentable Oligosacáridos Disacáridos Monosacáridos y Polioles), aunque los propios redactores del estudio dicen que hay incertidumbre sobre si se ha sobreestimado esta prevalencia. 

El 8 % de los encuestados reportó estar siguiendo o tratando de seguir una dieta sin gluten.

Según el estudio, la mayor parte de las exclusiones alimentarias se realizan en primera instancia tras una reflexión personal, al igual que sucede con la decisión de realizar una dieta vegetariana, vegana o flexitariana.

Sin embargo, las dietas sin gluten, sin lactosa o cetogénicas, la recomendación de un profesional sanitario que prescribe pesa tanto o más que la reflexión personal.

En todo caso, existe un alto grado de auto prescripción de exclusiones alimentarias, muchas de las cuales no están plenamente justificadas. Además, los expertos alertan de que el seguimiento de dietas de exclusión de forma no plenamente justificada podría suponer un riesgo para el mantenimiento de la salud óptima de la población y suponer además un coste económico y social.

“Aquellos que reportaron seguir una dieta vegetariana o vegana sin un nivel de conocimientos o acompañamiento adecuados, podrían presentar una deficiencia de vitamina B12”, asegura el informe.

También los que sigan una dieta sin gluten o baja en gluten sin justificación de salud podrían estar expuestos a una menor ingesta de fibra, vitaminas D, B12 y folatos, así como de hierro, zinc, magnesio y calcio, y a un mayor consumo de grasas saturadas.

Entre los que reportaron seguir sin justificación de salud una dieta sin lactosa, podría incrementarse el riesgo de ingesta inadecuada de calcio, lo que podría impactar negativamente en su salud general y, de modo particular, en su salud ósea.

Lo mismo sucede con quienes siguen una dieta baja en FODMAP: podrían ver comprometido su estado nutricional y un impacto negativo en su microbioma intestinal, mientras que quienes siguen una dieta cetogénica sin una justificación de salud podrían experimentar a medio o largo plazo efectos adversos relacionados, principalmente, con el sistema digestivo.

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