Unas secuelas que persisten dos años después de enfermar y un periplo de 233 días de hospitalización

Victorina Ruiz de la Rosa, paciente de covid, estuvo ocho meses ingresada, dos de ellos en la uci.

Personal sanitario de la uci de Teruel atiende a un paciente intubado durante la anterior ola pandémica de covid.
Imagen de archivo.
Antonio Garcia/Bykofoto

Victorina Ruiz de la Rosa, una vecina de Borja de 53 años, sigue necesitando oxígeno en casa y no ha recuperado la movilidad completa en sus manos. Esta mujer, que no tenía ninguna patología previa hasta que enfermó de covid en julio de 2020, llegó a pasar 233 días hospitalizada por esta infección, casi ocho meses ingresada en distintos centros sanitarios de Zaragoza, dos de ellos en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Clínico.

Hace un año y tres meses regresó a su casa, en Borja, entre aplausos, ramos de flores y pancartas de bienvenida y arropada por sus familiares y amigos. En su domicilio trata desde entonces de recuperarse de una enfermedad que, en Aragón, ha afectado ya a casi 438.000 personas. "Mi madre estaba sana, y ahora no puede hacer su vida normal. No puede salir sola a la calle, ni realizar sus quehaceres del hogar, ni trabajar". Su hija Jiselly relata el periplo al que se han enfrentado después de que lo que parecía un simple catarro se tornara de forma rápida en una enfermedad que la llevó a ingresar directamente en la uci. Solo una semana después le indujeron el coma y la intubaron. El virus le había afectado al aparato respiratorio, y le diagnosticaron fibrosis pulmonar. Las secuelas todavía siguen hoy en día. Estuvo en coma hasta el 15 de septiembre y, según contaba su hija tras regresar a casa, en marzo de 2021, "cuando despertó no podía hablar, ni moverse. Tuvo que empezar de cero". Tras salir de la uci pasó a la planta de Neumología del mismo centro, el Clínico, donde siguió con los tratamientos. Entre las afecciones que arrastra como consecuencia del coronavirus, dijo su hija, está también la pérdida de memoria.

"Seguimos acudiendo a revisiones periódicas, y estamos a la espera de nuevos estudios de escáner y radiografías para que puedan valorar el estado en el que se encuentran los pulmones", continuó. En octubre de 2020 la trasladaron al Hospital San Juan de Dios donde, gracias a la rehabilitación, consiguió ponerse de pie, hablar, volver a comer… "De rehabilitación ya le dieron el alta, porque nos dijeron que ya no podía recuperar más movilidad de la que había ganado. Las secuelas en las manos se le quedarán".

Tantos meses después de una enfermedad que trastocó la vida de Victorina, su hija asegura que los profesionales médicos les dicen que los problemas que arrastra son consecuencia de la covid que pasó: "Ella trabajaba como ayudante de cocina y no tenía ningún tipo de enfermedad previa".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión