Salud y alimentación

¿Hambre real o emocional? Cómo distinguirlos para alcanzar nuestros objetivos nutricionales

Los diferentes tipos de sensación de hambre responden a necesidades fisiológicas pero también psicológicas y, por ello, es importante saber diferenciarlos.

Los excesos del verano y la vuelta a los hábitos saludables pueden generar estrés.
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El hambre es una reacción del cuerpo que puede surgir como respuesta a la necesidad fisiológica de ingerir alimentos (a veces también está ligada a la deshidratación) para mantener el cuerpo y el organismo activos, pero también puede estar provocado por otra serie de impulsos menos saludables. 

En este segundo caso, nos referimos al hambre como una respuesta que va más allá de las necesidades del organismo y que se genera como respuesta a procesos psicológicos habitualmente ligados con la ansiedad, el estrés, la tristeza y otra serie de fenómenos. 

Es importante saber distinguir un tipo de hambre de otro para poder mantener una alimentación saludable y adecuada a las necesidades de nuestro organismo. En el caso de querer adelgazar o conseguir determinados objetivos deportivos y estéticos, habrá que saber controlar el hambre emocional para que este no interfiera en los hábitos saludables. 

Hay una serie de rasgos de cada tipo de hambre que permite identificar qué tipo de respuesta es y, por tanto, saber si es necesario ponerle freno o qué tipo de sensaciones va a generar después. La psicóloga y nutricionista Nuria Díez explica:

  • Hambre real o físico. Es una sensación que aparece de manera gradual y que puede esperar, es decir, que no urge la ingesta de comida. No genera un deseo concreto de alimentos (aunque aquí también influye nuestros gustos) y con comer hasta sentirse saciado es suficiente para que la sensación desaparezca. Una vez que se ha acabado de comer, no genera sensaciones de frustración, de rechazo ni sentimientos negativos. 
  • Hambre emocional. Aparece de repente, como una urgencia, y es necesario saciar la sensación inmediatamente para calmar el hambre. Normalmente, este tipo de hambre demanda ciertas clases de alimentos, como dulces, procesados... Y no sirve comer hasta saciarse, sino que la ingesta es compulsiva. Habitualmente acarrea sentimientos negativos, de frustración y de culpabilidad al acabar de comer.

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