¿Es mejor comer frío o caliente?

Para gustos, las distintas temperaturas a las que se puede disfrutar un plato. Pero, ¿son todas igual de saludables?

Un plato de lentejas bien caliente es ideal para templar el cuerpo cuando bajan las temperaturas.
Un plato de lentejas bien caliente es ideal para templar el cuerpo cuando bajan las temperaturas.
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Con la bajada de las temperaturas y la llegada del invierno, toca cambiar los helados y los cafés con hielo (los favoritos de los aragoneses) por bebidas que ayuden a entrar en calor y sopas caseras que templen el estómago. Sin embargo, en materia de temperaturas culinarias, cada persona es un mundo, pues, ni todos toleramos igual la comida muy fría o muy caliente ni a todos nos gusta disfrutarla del mismo modo. Claro que, más allá de las preferencias individuales, hay una pregunta que a la mayoría se habrá planteado alguna vez: ¿es más saludable comer frío o caliente?

Aunque muchos crean que la perfección culinaria debe estar a la temperatura corporal normal del organismo, entre 36 y 36,5 grados -ya que parece que así la digestión sería más rápida y efectiva y la comida en su paso por boca estaría templada-, lo cierto es que hay que atender a una serie de variables que ayudarán a saber cuánto conviene calentar o enfriar la comida en cada ocasión, pero poniendo siempre cuidado que no sean muy inferiores o superiores a la temperatura corporal.

En invierno, lo habitual es consumir productos que estén entre los 37 y los 50 grados, para templar el cuerpo, pues en verano este consumo puede aumentar la sudoración o la sensación de cansancio. Con la subida de las temperaturas es preferible optar por los que están entre los 35 y los 10, ya que aportarán sensación de frescor y mejorarán el rendimiento físico.

Hacerlo por encima o por debajo de estas temperaturas puede suponer un riesgo para el consumidor y para su aparato digestivo. En el primer caso, hay que tener en cuenta que cuando un alimento supera una temperatura alta, además de poder provocar quemaduras en la lengua y el paladar, puede disminuir la eficacia del proceso digestivo y generar trastornos estomacales. Por el contrario, si se opta por alimentos exageradamente fríos, se puede ralentizar la digestión y provocar estreñimiento y fuertes dolores de estómago.

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