La imagen de la gente agolpada en las puertas de los centros comerciales antes de que abran es una tradición del primer día de rebajas que empezaron oficialmente el pasado día 7 de enero.

Aprovechar el periodo de rebajas para renovar las prendas más viejas del armario o para comprar objetos soñados a un mejor precio es una estrategia saludable para cualquier bolsillo. El problema viene cuando la obsesión por comprar se vuelve compulsiva y es entonces cuando aparece la oniomanía.

La oniomanía es el deseo irrefrenable de realizar compras. Pero ¿de dónde procede la palabra? Deriva del griego antiguo onios (lo que está en venta) y manía (locura), por lo que se traduce por una compra compulsiva.

Un estudio publicado en el año 2015 en la revista Global Conference on Business and Finance Proceedings concluyó que las mujeres tienen una actitud más compulsiva en la realización de compras. Los sectores en los que las realizan son ropa, zapatos y complementos. Por su parte, los hombres realizan este gasto en aparatos electrónicos y nuevas tecnologías.

Un trastorno por fases

Este trastorno de la conducta puede aparecer porque le produce a la persona satisfacción y placer. Por otro lado, puede surgir como una vía de escape emocional, es decir, que lo usa como forma para evadirse de sus problemas. La oniomanía se caracteriza por tener cuatro fases:

Anticipación: la persona tiene pensamientos e impulsos para comprar un producto en concreto. Preparación: es la fase en la que la persona toma decisiones sobre el proceso de compra del producto o el medio de pago, dónde se comprará o si se adquirirá 'online' o en tienda física. Compra: es el momento que produce más satisfacción a las personas con oniomanía. Gasto y decepción: surgen en la persona con oniomanía los sentimientos de culpabilidad, ira y rencor tras realizar el gasto. También el propósito de no repetir la conducta.