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Vacaciones de verano en el Hospital Infantil: el arte de sacar sonrisas a los niños hospitalizados

Decenas de voluntarios de asociaciones como Aspanoa, Cruz Roja y Clowntagiosos no interrumpen su actividad durante el periodo estival para seguir sacando sonrisas a los niños hospitalizados. 

Una de las plantas del Hospital Infantil de Zaragoza se decoró hace unas semnas con temática veraniega.

Los hospitales cierran camas en verano, baja la actividad quirúrgica y se reducen los ingresos, pero en medio de esta vorágine de cambios que trae consigo el verano hay una serie de personas que no descansan: los voluntarios. Aunque sea en menor número de gente, asociaciones como Clowntagiosos, Cruz Roja, Aspanoa o la AECC siguen estando al pie del cañón para hacer más fácil la estancia a los niños hospitalizados

"Nosotros cuando vamos lo único que buscamos es desdramatizar la situación que vive tanto el niño como los familiares. Cuando un familiar se derrumba y estamos ahí le echamos también una mano. Nuestra sensación al salir del hospital es de un subidón muy grande. Te vas satisfecho porque has hecho algo bueno; has hecho reír al niño, y muy pocas veces te vas de bajón con un niño que se ha ido o que ha empeorado. Ves cosas duras, pero la sensación que te queda es muy positiva. Aunque haya partes de la medicina que no lo reconozcan todavía, estamos convencidos de que la risoterapia ayuda a que la recuperación sea más rápida", cuenta con una sonrisa Edmundo Durán, al que todo el mundo como Dedi. Él es uno de los 'Clowntagiosos', una asociación que lleva más de diez años arrancando sonrisas a los niños hospitalizados. Al igual que Aspanoa o Cruz Roja, mantienen en verano prácticamente las mismas actividades que en invierno. Todos los jueves acuden al hospital a las 16.30 para hacer reír a los más pequeños. "Hasta que nos echan a la hora de la cena", bromean. 

Un equipo de cuatro payasos (siempre por parejas) se recorre las cuatro alas del Hospital Infantil para hacerle un 'sketch' a cada niño, dependiendo de su edad y de cómo los vean. "Pasamos por pediatría, cirugía, infecciosos y oncología infantil. Tenemos unos cuantos números preparados y si no siempre contamos con la improvisación de los payasos para hacerle una función a cada crío. Luego les regalamos un globito o un dibujo para colorear", cuenta 'Diano Culón', como le conoce allí todo el mundo.

Para este zaragozano, no hay nada más "gratificante" que la sonrisa que le devuelven los niños. "Hay muchos que nos han visto luego, fuera del hospital, y se acuerdan del payaso. Las familias te lo cuentan. Te dicen: 'estuvimos tres días hablando de vosotros'. Ya no es solo el rato que estemos, sino lo que les queda. Esa parte residual que luego te cuentan. Nuestra función al final es esa, desdramatizar la enfermedad para que la recuperación sea mejor y mas rápida", confiesan. 

El verano también llega al hospital

Aspanoa es otra de las asociaciones que no descansan en su intento por hacer más fácil la estancia a los niños hospitalizados y a sus familias. Cuentan que hace apenas dos semanas, un nutrido grupo de artistas se encargó de decorar la planta de oncología infantil de forma veraniega. "Lo hacemos según la temática del año. En otoño, en Navidad, para las fiestas del Pilar y también en verano. Hay un grupo de talleres que forman voluntarios de la sede de Duquesa Villahermosa, que trabajan con recortes y manualidades. Para nosotros el verano no cambia nada. Todas las tardes de lunes a viernes, de 17 a 19.00, van al menos dos voluntarios a jugar con los chicos a Oncopediatría. Mantenemos una vez al mes con la Fundación Abracadabra un espectáculo de magia y se va a hacer también una actividad de robótica con voluntariado que enseña a montar robots a los chicos. Además, los servicios de apoyo psicológico se siguen prestando igual a las familias", aseguran desde la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón. Esther Cochi, de 21 años, es una de las voluntarias. Empezó en octubre del año pasado y viene cada tarde que le toca desde Ejea para estar con los más pequeños. "Te sientes súper últil. Cuando te ven les cambia la carita. Es un ratico que se olvidan de los pinchazos, de médicos… y como vamos todos los días una pareja distinta, tanto padres como niños desconcectan dos horicas", explica esta estudiante de Psicología. Andrés Cárdenas, de 28, trabaja de programador, pero una tarde a la semana saca tiempo para estas familias. "Yo soy muy feliz cuando ayudo y animo a otras personas. Tengo un primillo que estuvo malito y lo pasó regular... En el hospital que él estaba iban a animarle unos y otros, y al verlos me animé a hacer algo así", recuerda este zaragozano.

Esther Cochi y Andres Cárdenas, voluntarios de Aspanoa.
Esther Cochi y Andres Cárdenas, voluntarios de Aspanoa.
Aspanoa

Todas las asociaciones coinciden en que las diferentes actividades que ofrecen a los críos suponen un "soplo de aire fresco" para las familias. Y de ahí el compromiso de todos los voluntarios, que no descansan ni en las tardes de verano. "Los niños agradecen muchísimo estos programas porque a los chicos se les hacen los días muy largos, sobre todo a los que tienen que estar en tratamiento. La mayoría de voluntarios son jóvenes menores de 30 años que les animan mucho. Es un ratico que les viene muy bien tanto a los críos como a las familias", afirman desde Cruz Roja, cuyo voluntariado en hospitales es el más veterano. Desde que empezaron hace 30 años, las cosas han cambiado mucho. "Al principio las estancias eran mucho más largas, ahora son más ambulatorias. Apenas hay chavales que pasen mucho tiempo. Sigue habiendo, pero afortunadamente son estancias más cortas", señalan. El proyecto 'Atención a la Infancia hospitalizada' de Cruz Roja atiende de media a unos 800 niños al año. "El año pasado fueron 796 niños. Tenemos alrededor de 80 voluntarios. El 75% son mujeres y el resto hombres", explica Mario Cantero, responsable de un programa que dedica en torno a 1.500 horas al año a hacer más fácil la estancia de los niños hospitalizados en el Clínico y el Servet. Cuando les preguntan qué es lo más gratificante, todos lo tienen claro. "La sonrisa de los niños y las niñas, y lo rápido que se olvidan de que están agarrados a los goteros en el momento en que hacemos la actividad con ellos", confiesan. 

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