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El ruido: un problema de salud pública

Cuida tus oídos, son para toda la vida.

Escuchar la música muy alta pueda dañar tus oídos para toda la vida.
Escuchar la música muy alta pueda dañar tus oídos para toda la vida.
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Esa moto que petardea, el continuo tráfico de coches, aquel conciertazo junto a ese enorme bafle, esa peli a volumen atronador, gente gritando en la calle, el auricular compartido con tu amiga con la última canción de Rosalía a todo volumen, el arrastre de sillas y mesas en un aula, el paso de aviones que interrumpe la clase, ese vecino con el reguetón a tope... son situaciones relacionadas con el ruido que seguro has vivido.

Vivimos rodeados de sonidos que nos dan información de nuestro entorno y nos permiten relacionarnos. ¡Qué bueno es charlar con los amigos y amigas, escuchar música o percibir el susurro del viento sobre las hojas de los árboles!

El sonido es una onda que se propaga por el aire, llega a nuestro oído y produce una sensación que interpreta nuestro cerebro: oímos. La unidad para medir el sonido es el decibelio (dB). Es difícil de comprender porque aumentar 3 dB un sonido, por ejemplo de 70 a 73 dB, equivale a duplicar su volumen.

El ruido se define como un sonido molesto o que daña nuestra salud. Las principales fuentes de ruido en la ciudad son el ruido de tráfico rodado y el ruido de ocio (bares, discotecas, gente en la vía pública, conciertos, fiestas...).

El ruido es un problema de salud pública. Puede provocarnos pérdida auditiva, es decir, sordera, en distintos grados; también acúfenos, molestos pitidos. Cuidado con la música de tus auriculares: a gran volumen, varias horas al día, daña las sensibles células de tu oído interno. Cuida tus oídos, son para toda la vida.

Además, ocasiona efectos no auditivos, menos conocidos pero graves: molestia, problemas de aprendizaje, insomnio, enfermedades cardiovasculares, respiratorias y metabólicas (como la diabetes), partos prematuros y bebés con menos peso al nacer, o recaídas de enfermedades neurológicas, como la demencia.

Todas las personas somos fuentes de ruido y también lo sufrimos. Pensar las actividades que hacemos para que sean menos ruidosas es nuestra responsabilidad. La nueva Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica de Zaragoza es una de las herramientas para conseguir la habitabilidad acústica en nuestra ciudad.

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