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La dosis de adrenalina

La dosis de adrenalina
La dosis de adrenalina

Hay minutos eternos y horas que pasan como una exhalación. Cuando está en juego una vida, el tiempo parece detenerse hasta que se alcanza la atención médica necesaria. Es el caso del episodio sufrido por los padres de Utebo que veían cómo su hijo no podía respirar y, después de consultarlo a su pediatra, "volaron" casi literalmente hasta el hospital Infantil escoltados por la Policía.

En el trasfondo de esta historia con final feliz se encuentra una cuestión médica cada vez más extendida: las reacciones alérgicas graves. La primera vez es la peor porque se desconoce el motivo por el que el niño sufre ese ahogamiento al inflamarse las vías respiratorias ante el alimento u otros alérgenos que el organismo rechaza. Se trata de un shock anafiláctico que requiere la inmediata atención en un centro hospitalario.

Una vez que se produce el diagnostico, el alérgico vivirá pegado a una inyección de adrenalina para usarla como una tabla de salvación en caso de sufrir una nueva crisis anafiláctica. Es el arma que ofrece una ventana de tiempo, una prórroga de vida para acudir al hospital más cercano. El problema es que este lápiz autoinyectable, que cuesta unos 30 euros con receta médica, caduca a los 8 o 10 meses de ser adquirido. Así que hay que desecharlos sin haberlos tenido que usar en la mayoría de los casos. Esa gran demanda de este tratamiento de emergencia provoca su desabastecimiento.

Las asociaciones de alérgicos piden medidas para que sean más accesibles, como que en los colegios haya un inyectable a mano para usar en caso de necesidad. No es una petición banal, teniendo en cuenta que puede salvar vidas.