Una vacuna podría reducir drásticamente la transmisión en personas adictas

Un ensayo clínico está probando una vacuna experimental contra esta enfermedad en usuarios de drogas inyectables.

Aunque no está incluida en el calendario vacunal, la demanda es alta.
Las vacunas están actualmente disponibles para la hepatitis A y la hepatitis B, pero una vacuna para la hepatitis C todavía está bajo investigación.

Una de las consecuencias más graves de la epidemia de opiáceos es la propagación de la hepatitis C entre los usuarios de drogas inyectables. Un estudio nuevo muestra que, si se desarrolla con éxito una vacuna contra la hepatitis C, se reduciría drásticamente la transmisión de la hepatitis C entre los consumidores de drogas, a pesar de que es poco probable que una vacuna así brinde inmunidad completa.

El estudio, que empleó modelos matemáticos, se publica en 'Science Translational Medicine'. Cuatro de los autores del estudio son miembros del Programa de Modelos Experimentales y Teóricos en la División de Hepatología de 'Loyola Medicine' y 'Loyola University Chicago Stritch School of Medicine', en Illinois, Estados Unidos. Uno de los investigadores de Loyola, Harel Dahari, es coautor del estudio, junto con Marian Major, de la agencia estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés). El doctor Dahari es profesor asistente en la 'Loyola University Chicago Stritch School of Medicine'.

Las vacunas están actualmente disponibles para la hepatitis A y la hepatitis B, pero una vacuna para la hepatitis C todavía está bajo investigación. Un ensayo clínico está probando una vacuna experimental contra la hepatitis C en usuarios de drogas inyectables. A diferencia de muchas otras vacunas, no se espera que la vacuna contra la hepatitis C proporcione inmunidad completa, conocida como inmunidad esterilizante. Una persona vacunada expuesta al VHC podría aún estar infectada con el virus, aunque la cantidad de virus en el torrente sanguíneo se reduciría significativamente.

Los autores del estudio calcularon cómo de efectiva sería una vacuna que proporcionara una inmunidad incompleta para prevenir la transmisión entre usuarios de drogas inyectables. Los investigadores desarrollaron un modelo matemático para determinar las probabilidades de transmisión en usuarios de drogas que comparten agujas y jeringas. Simularon el intercambio de dos tipos de jeringas comunes utilizadas por los usuarios de drogas. Utilizando datos previamente publicados de personas infectadas o reinfectadas con el virus de la hepatitis C, los científicos calcularon los riesgos de transmisión entre usuarios de drogas inyectables.

El estudio estimó que, si un usuario de drogas inyectables compartiera una jeringa/aguja con un segundo usuario de drogas que estaba infectado con hepatitis C, habría una probabilidad mayor del 90 por ciento de que el primer consumidor de drogas también se infectara con hepatitis C después de seis meses. Sin embargo, si se usara una vacuna, el riesgo de transmisión disminuiría a entre 1 y 25 por ciento, dependiendo del tipo de aguja utilizada y otros factores.

Una estrategia integral para erradicar la hepatitis C para 2030

"Nuestros hallazgos sugieren que una vacuna contra la hepatitis C sería una parte esencial de una estrategia integral de prevención para alcanzar el objetivo de la Organización Mundial de la Salud de erradicar la hepatitis C para 2030", afirma el coautor del estudio Scott Cotler, jefe de la División de Hepatología de Loyola y profesor en el Departamento de Medicina de 'Loyola University Chicago Stritch School of Medicine'. Otros coautores de Loyola son los modeladores matemáticos Alexander (Sasha) Gutfraind y Louis Shekhtman.

La hepatitis C es causada por el virus de la hepatitis C (VHC). La infección a largo plazo con el VHC, conocida como hepatitis C crónica, por lo general es silenciosa durante muchos años; pero la enfermedad finalmente puede causar cirrosis (cicatrización avanzada) del hígado, cáncer de hígado e insuficiencia hepática. En Estados Unidos, hasta 3 millones de personas están infectadas de forma crónica con el VHC, con más de 30.000 nuevas infecciones por año.

La hepatitis C se disemina a través de la sangre contaminada y se estima que el 60 por ciento de las infecciones por el VHC en Estados Unidos se atribuyen al intercambio de agujas, jeringas u otra parafernalia de drogas. Se usan medicamentos antivirales para tratar la hepatitis C, con tasas de curación superiores al 90 por ciento. Además de evitar que progrese la enfermedad, los antivirales también pueden prevenir la transmisión. Sin embargo, los antivirales son costosos, y muchos usuarios de drogas inyectables carecen de acceso a la atención médica en Estados Unidos y, aunque se curen, los usuarios de drogas inyectables pueden volver a infectarse si continúan compartiendo agujas. "Aunque es extremadamente efectivo, es poco probable que los antivirales por sí solos eliminen la hepatitis C a nivel mundial --apunta el doctor Dahari--. Necesitamos combinar antivirales con una vacuna contra la hepatitis C y medidas de reducción de daños como los programas de intercambio de jeringas con agujas, la terapia de sustitución de opiáceos y el asesoramiento conductual".

Algunas personas piensan que una vacuna debe ser perfecta, agrega Dahari. "Pero encontramos que una vacuna aún puede ser extremadamente beneficiosa, incluso si no proporciona una inmunidad esterilizante completa", concluye.

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