Homeopatía: un debate abierto entre ciencia y creencia

La posibilidad de que esta práctica se regule en España ha avivado la discusión entre los que critican su falta de evidencia científica y aquellos que destacan su efectividad tratando determinadas afecciones.

La píldora homeopática es uno de los remedios que más emplean las personas que se dedican a este sistema de medicina alternativa.
La píldora homeopática es uno de los remedios que más emplean las personas que se dedican a este sistema de medicina alternativa.

Tras dejar la medicina dos años antes, a partir de 1796, el alemán Samuel Hahnemann comenzó a desarrollar en diversas obras un concepto que marcaría un antes y un después en el devenir de esta ciencia: la homeopatía. Esta disciplina se basaba en el uso de cantidades diminutas de sustancias que en grandes dosis producían síntomas parecidos a los de la enfermedad que estaba siendo tratada, lo que se conocía como la ‘ley de los similares’. En una época en la que la medicina moderna aún no había visto la luz, esta práctica comenzó a implementarse a lo largo del siglo XIX de la mano de varios autores y ya en el XX su popularidad era tan elevada que sus escuelas se contaban por miles.

No obstante, la andadura de la homeopatía no ha estado exenta de polémica. Las críticas de diversos profesionales siempre han estado presentes, dirigidas a que solo cuenta con el efecto placebo, a que no existen estudios que demuestren su evidencia científica, a su ineficacia para tratar numerosas enfermedades (lo que ha provocado la muerte de afectados a los que solo se les han aplicado sus técnicas) o a que algunos de sus medicamentos tienen efectos secundarios muy graves.

Hoy en día existen médicos y asociaciones profesionales que desarrollan su actividad tanto en un sentido como en otro, y sectores de la población que confían en ella, mientras otros la rechazan. Un antagonismo entre partidarios y detractores que está más vivo que nunca en la actualidad.

El pasado 27 de abril, el Ministerio de Sanidad aprobó una orden a través de la cual se abría la puerta a una mayor regulación de esta actividad en España y que daba un plazo de tres meses a los productos homeopáticos para que pasasen un control de calidad y seguridad que, de no superarlo, impediría que pudiesen ser vendidos en el mercado nacional.

Una normativa con la que desde el Gobierno de Mariano Rajoy se explicó que se pretendía poner fin a la situación de transitoriedad en la que se encuentra esta disciplina desde el real decreto aprobado al respecto en 2007, así como la adecuación a la directiva europea vigente en esta materia. Sin embargo, la reciente llegada a la presidencia del Ejecutivo central del socialista Pedro Sánchez ha traído consigo a voces muy críticas dentro del propio Consejo de Ministros, encabezadas por la titular de Sanidad, Carmen Montón, que afirmó recientemente que la homeopatía "no tiene evidencia científica, no es ciencia y no cura"; una serie de circunstancias que podrían alterar este proceso.

La división existente en la sociedad con respecto a esta cuestión es profunda. El presidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), Fernando Carballo, señala que es necesario que los productos homeopáticos sean regulados. "No se puede vender algo cuya seguridad no esté testada, eso es así. No consideramos que estos artículos sean medicamentos, pues nunca han podido superar el proceso de investigación y los ensayos que sí pasan otros fármacos demostrando su eficacia", sostiene. Si bien es cierto que el médico es consciente de que, en ciertas ocasiones, el hecho de saber que uno está recibiendo algo para mejorar tiene influencia en el organismo, el medicamento "tiene que demostrar que actúa independientemente de la percepción del sujeto. Esta evidencia se comprueba en los ensayos clínicos, y de ello adolece la homeopatía", añade.

Por su parte, el médico-homeópata Ricardo Falcón reconoce que este tipo de medicamentos "deberán contar con una catalogación especial, porque no pueden estar en la misma categoría que los de la medicina oficial, como ocurre con otros productos pediátricos o para enfermos de cáncer". Falcón rechaza algunas de las críticas más frecuentes que se dedican a esta disciplina aludiendo a su recorrido histórico: "En México, por ejemplo, la homeopatía empezó a formar parte de la medicina porque se produjo una epidemia de cólera que se trató con sus técnicas y se venció. También se han otorgado condecoraciones reales a un médico belga y a otro inglés por emplearlas con éxito en sus divisiones militares. Y en la pandemia de gripe que asoló Europa en 1918 hubo regiones que no registraron muertos por utilizar sus tratamientos", expone el doctor.

Para el homeópata existe un "desconocimiento tremendo al respecto", pues "hay más de 6.000 estudios disponibles en PubMed (la base de datos de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos) que prueban la eficacia de la homeopatía. Además, Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina de 2008 la defiende y sigue experimentando con ella". El sanitario manifiesta que en países como Alemania o Suiza esta disciplina funciona "perfectamente", mientras que el porcentaje de pacientes que creen en ella "no ha dejado de crecer" en España. "El problema es que en la medicina oficial hay un pensamiento único que conlleva una serie de dogmas que no dejan atender a otras cuestiones que son demostrables. Parece que todos tenemos que pensar igual, y somos adultos para elegir cómo queremos ser tratados", añade.

Desde Facme, en cambio, se rechaza que la homeopatía forme parte de la medicina, aunque la practiquen doctores. "Los médicos recibimos una titulación y esta nos capacita para ejercer de médicos. La parte que hagamos como entrenadores de fútbol, por ejemplo, no es medicina. Se pueden llevar a cabo actividades paramédicas incluso de buena fe, pero que no se diga que son curativas", apunta su presidente, que añade que no todos los modelos europeos de salud son como el español, "pues existen algunos como los de Alemania o Francia que son de reembolso y en los que sí cabe que haya otro tipo de consultas parcialmente incluidas".

Los intereses de la industria farmacéutica también juegan un papel importante en este sentido. "No deja de ser una actividad privada y con ánimo de lucro, de forma que puede convenirles fabricar estos productos atendiendo a aspectos comerciales", explica Carballo. En cualquier caso, desde Facme y otras sociedades científicas quieren dejar claro que no hay ninguna pelea por capturar mercado y "decir que lo mío es mejor", sino que se trata de hacer una descripción de una realidad científica y de explicar "cómo funcionan las cosas desde el punto de vista médico para que la población esté bien informada".

Un futuro incierto

Aunque las dudas que genera son notorias y las críticas a su falta de base científica estén muy extendidas, numerosos profesionales se dedican a la homeopatía, que cada vez tiene más seguimiento entre diversos sectores de la población. Habrá que esperar para ver si el nuevo Ejecutivo permite su regulación o bien pone coto a la comercialización de sus productos, para lo cual ya se habla de la imposición de tributos a su venta, informar claramente en sus prospectos de que no curan o diferenciar los establecimientos en los que se venden.

"El resultado de cómo actúa no lo podemos saber aún, lo que sí se conoce es que produce un equilibrio en la persona y que la curación se hace por lo semejante. La dosis que se toma hace que el organismo reaccione y comience a a actuar correctamente", sostiene Falcón. "Para entenderlo, la tila tiene cierto efecto tranquilizante, pero no puede ser usada para una crisis de ansiedad. Son remedios naturales, no tratamientos, y hay que tener mucho cuidado con ello porque es algo que puede afectar a la seguridad del paciente. Decir que un medicamento que ofrece ese plus es tan bueno como otro que no lo hace o que su efecto placebo es similar ofende a la inteligencia", concluye Carballo.

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