Soy el chico de color

Microrrelato de 'Averly' (seudónimo), finalista en la categoría de 'Cooperación'.

Me hubiese costado mucho vivir sin un color definido en la piel. No sé de qué color son los demás, pero yo tuve la fortuna de nacer con uno.

Unos dicen que soy 'negrito', otros dicen que soy moreno; otros, sencillamente dicen que soy “negro”, a secas.

Deduzco que mis progenitores también fueron negros, aunque nunca los conocí. Mi padre se evaporó en el desierto, dicen que de hipertermia.

Mi madre se hundió en el mar, dicen que de hipotermia. Cosas que tiene la vida.

A mí me encontraron flotando sobre uno de los restos de alguna embarcación perdida en el océano.

Me inventaron un nombre, me calcularon una edad, me asignaron una cifra y me dejaron en una casa de acogida de las que hay repartidas por toda Europa.

Crecí siendo una estadística y hoy en día, a pesar de ser uno de los médicos de más reconocido prestigio de Aragón y del país, sigo siendo una estadística porque dicen que pertenezco sólo al cuatro por ciento de la población aragonesa. Cosas que sigue teniendo la vida.

No me preguntéis de dónde soy porque no lo sé, tampoco me importa mucho. Tampoco me preguntéis cómo es que un negro que lleva uniforme verde salva vidas de pacientes blancos. No miro los colores.

Hice la carrera en la UNIZAR y mi doctorado en la Stanford University, pero sé que mi oficio no tiene fronteras ni mucho menos colores; por eso escribo estas líneas desde un campamento de refugiados donde soy médico voluntario.

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