"Ayudar a ver a quienes no esperaban recuperar su vista es lo más gratificante de mi trabajo"

Edouard Alladoumngueedoua, de 34 años, es el enfermero de la óptica del Hospital de Saint Joseph de Bebedjia, donde se formó de la mano de médicos aragoneses de la Fundación Ilumináfrica.

Edouard, en la óptica del hospital.
Edouard, en la óptica del hospital.
Fundación Ilumináfrica

Edouard Alladoumngueedoua nació en Manga-Goudou (Chad) en 1983. Está casado con Louise desde 2013 y tiene dos hijos, Succès ('Exito', en español), de tres años, y Sofía, de 4 meses (a la que le puso el nombre en castellano, en honor a la fundación de médicos aragoneses Ilumináfrica). Vive a un kilómetro y medio del hospital en el que trabaja, en una casa de ladrillo con techo de uralita, sin agua corriente ni electricidad. Sonríe nervioso y confiesa que por la noche "nos las arreglamos con linternas, y que el agua no falta en la época de lluvias". Es el enfermero de la óptica del Hospital de Saint Joseph de Bebedjia.

P. ¿Cuándo comenzó a trabajar en el hospital?

R. Empecé mi formación con Ilumináfrica en febrero de 2014, y en 2016 comencé a trabajar en la óptica del hospital de Saint Joseph.

P. ¿Cómo es su día a día allí?

R. Mi labor en el hospital es muy variable. Cuando vienen expediciones oftalmológicas a operar (que suele ser en noviembre, diciembre y febrero) hay mucho trabajo. Los pacientes vienen de muy lejos para asistir a la consulta y ser operados. El resto del año, con la ayuda de los voluntarios que suelen estar aquí varios meses, realizamos la consulta de la óptica y pequeños casos de oftalmología. A veces vienen muchos pacientes, sobre todo los jueves, porque es el día del mercado y la gente que vive en poblados aprovecha que viene a Bebedjia para acercarse a la consulta. Si llueve es más difícil que vengan pacientes, porque todo se llena de agua y barro. A veces la mayor dificultad radica en que el Chad es un país en el que existen muchas culturas y tribus diferentes y esto hace complicado entender a todos los pacientes. Algunos no quieren gafas, solo quieren medicamentos y colirios, porque para algunas culturas el llevar gafas siendo joven es una vergüenza, es como estar ciego. Aquí tenemos muchas anécdotas, por ejemplo, el mes pasado vino a la consulta un paciente de unos setenta años, que había venido a visitar a un vecino de su poblado, ingresado en el hospital, y había aprovechado a visitar la óptica. Lo miramos y necesitaba gafas, pero nos dijo que no tenía dinero, así que le fabricamos las gafas y se las donamos gratuitamente. Dos semanas después y muy feliz con sus gafas nuevas, vino a traernos un gallo a la óptica en agradecimiento, porque dijo que seguía sin tener dinero pero que le habíamos ayudado tanto, que se sentía en deuda con nosotros

P. ¿Ha cambiado mucho su vida y la rutina del hospital desde que empezó?

R. Al principio teníamos en la consulta mucho material que no funcionaba bien o que directamente no funcionaba. Ahora, cada vez que viene una expedición, traen nuevas herramientas y la óptica se moderniza y funciona mejor. Se nota hasta en los pacientes, porque cada vez viene más y más gente de más lejos a la consulta y a comprar gafas. Han venido hasta de Yamena, la capital, a pesar del largo viaje. Vienen de muchos sitios de todo el país. En nuestra cultura, cuando las personas de cualquier edad pierden la vista, se quedan ciegos para siempre, confinados en sus poblados, aunque haya la posibilidad de un tratamiento. Mi vida laboral también ha cambiado en este tiempo, y estoy muy contento porque tengo contrato de trabajo, renovable por tres meses. Tras varios años de formación, tengo un oficio en la vida para poder ayudar a mi país a salir de la pobrezaDesde que el año pasado la Fundación me dio un móvil para estar en contacto con ellos, siento que estoy conectado con el mundo y que se valora mi labor en la óptica.

P. ¿Estudió y se formó en el Chad?

R. Empecé el colegio en mi pueblo a los 10 años. En 2009 aprobé el título de bachillerato e intenté entrar en la universidad en Njamena, pero no pude acceder a ella porque no tenía dinero, así que tuve que empezar a trabajar como agricultor.

P. ¿Cómo es la educación allí?

R. Muy deficitaria, hacen falta maestros bien formados y mejor pagados que evite que se marchen a otros países de África. 

P. ¿Hay cada vez más niños en las escuelas?

R. Hay pocas escuelas y, por tanto, las que hay están abarrotadas, sin medios, y aun asi muchos niños están sin escolarizar.

P. ¿Qué futuro querría para sus hijos?

R. Yo sueño con una escuela pública en la que tengan cabida todos los niños chadianos. Me gustaría que mis hijos en un futuro pudieran ir a la Universidad y estudiar Oftalmología, porque hacen falta muchos oftalmólogos aquí.

P. En los últimos diez años, ¿cree que ha mejorado o ha empeorado la vida en el Chad? ¿Qué retos enfrentan en la actualidad?

R. En general, la vida en todo el país ha empeorado Las desigualdades se han acrecentado en un país de por sí muy pobre.

P. A nivel sanitario, faltan médicos y especialistas. ¿Se ven obligados a ir a clínicas privadas? ¿Cuánto cuesta, por ejemplo, una visita o una consulta médica allí?

R. Suelen costar a partir de unos 2.600 francos (3,95 euros), dependiendo de la especialidad médica puede alcanzar unos 45.000 francos (6,84 euros).

P. Si tuviera que pedir un deseo para mejorar la calidad de vida de la población chadiana. ¿Cuál sería?

R. Mejorar las infraestructuras, carreteras mejor asfaltadas, mas luz y agua potable para la población. Tambien unos hospitales mejor dotados de personal y medios. ... Me da la impresión de que vamos hacia atrás en vez de hacia delante. No hay dinero, necesitamos dinero que venga de otros países que nos puedan ayudar, y necesitamos políticos que dirijan bien el país. Me gustaría que el Chad progresara y evolucionara, que hubiera un cambio. Si no para mí, ya que quizá yo no lo llegue a ver, por lo menos para mis hijos.

P. Cada año, las expediciones de Ilumináfrica al Chad son una cita importante en el calendario. ¿Cómo se viven esos días previos en la ciudad y en el hospital?

R. Se viven con un ritmo importante para que todo esté a punto para recibir la llegada del equipo oftalmológico y se pueda acoger al mayor número de pacientes posibles ya que para muchos es una oportunidad única en sus vidas. A mí, personalmente, me hace mucha ilusión porque así estoy en contacto directo con los miembros de Ilumináfrica.

P. A nivel sanitario, ¿qué técnicas ha aprendido de la mano de los voluntarios de la Fundación? ¿Cómo han contribuido estos a su formación?

R. Con Ilumináfrica he aprendido a atender a esos pacientes para encontrar la manera de poder darles visión para sus últimos años. Ayudar a ver a los que no esperaban poder recuperar su vista es lo más gratificante de mi trabajo, y es algo que no imaginaba poder hacer cuando empecé a trabajar con ellos. He aprendido a montar gafas, realizar campañas escolares para detectar problemas de visión y utilizar todos los aparatos necesarios en una óptica.

P. ¿Alguna vez ha vivido fuera o ha pensado en emigrar?

R. No, como chadiano considero que la mejor manera de honrar el nombre de mi país es luchando por mejorar las condiciones del mismo.

P. ¿Qué le empuja a quedarse y por qué recomendaría a la gente visitar una vez en la vida su país natal?

R. Mis hijos y mi familia, el deseo de que mis hijos sean la nueva generación de chadianos con mejor formación y mejores posibilidades de cambiar el rumbo del país son lo que me ata a seguir aquí. El Chad es el gran desconocido de África, pero tiene también un gran patrimonio cultural y muy variado, como por ejemplo en Tibesti, donde hay pinturas prehistóricas muy valiosas.

P. ¿Qué valores destacaría positivamente de sus gentes? 

R. La hospitalidad y una gran capacidad de resignación ante las adversidades. En condiciones favorables nos gusta mucho el deporte (el fútbol, el baloncesto y la lucha libre). Hay algún futbolista del Chad que juega en la liga francesa.

P. ¿Recomendaría a sus hijos ser el día de mañana voluntarios o cooperantes?

R. Sí, completamente, para que se dediquen a ayudar a los demás. Lucho para que puedan formarse muy bien en el campo de la medicina y continuar así con el ejemplo de Ilumináfrica y otras organizaciones.  

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