Terapia con perros para 'olvidarse' del alzhéimer

La oenegé aragonesa Somos Manada rehabilita a perros ancianos, que han sido abandonados por sus dueños, para canalizar sus energías hacia otro fin social: la asistencia a personas mayores y con demencias, en dos residencias de Zaragoza.

Los perros, más allá de ser esos fieles y leales compañeros de vida, están demostrando tener una gran utilidad en la asistencia a personas mayores. Y así lo demuestran, en Zaragoza, los responsables de la oenegé Somos Manada, un proyecto puesto en marcha por Ruth, una aragonesa de 45 años, y Swen, su pareja, con el fin de aprovechar el carácter terapéutico que tienen los perros más veteranos de su casa de acogida en la rehabilitación de enfermos de alzhéimer.

"Es algo altruista, no cobramos por ello. Lo hacemos porque nos gusta ayudar a otros y mejorar su situación en el mundo aprovechando la capacidad que tienen estos animales que han sido abandonados en muchos casos por su edad", cuenta ella. Portos, el primer perro anciano que tuvieron, llegó por esta razón a sus manos. Lo tiraron por encima de la valla de una protectora y esta pareja decidió quedárselo. "Lo tuvimos dos meses y se me murió en los brazos, pero a partir de ese caso nos dimos cuenta de la falta que hacía montar este proyecto. En las protectoras hay mucho cachorro, pero a los más mayores nadie los quiere, así que pensamos en dedicarnos a ellos y utilizar sus energías, la mochila de vida que todos llevan, para beneficio de otros", relata esta zaragozana que vive en la actualidad con nueve perros rehabilitados, siete de ellos ancianos.

Los tres más pequeños (Yogi, Tamy y Zipi, que tienen  entre 12 y 14 años) son al mismo tiempo los mayores de la manada; los protagonistas de las visitas 'terapéuticas' que desde hace poco más de un año realiza esta asociación aragonesa un sábado al mes a las dos residencias de la Fundación Rey Ardid (ubicadas en Juslibol y en Delicias) que hay en Zaragoza. El objetivo de estos perros rehabilitados con fines sociales no es otro que arrancarle una sonrisa a los más mayores y, en el mejor de los casos, ayudarles a "despertar" sus emociones y dejar de lado por unos instantes enfermedades cognitivas como la demencia o el alzhéimer. "La reacción que tienen los abuelos -sean válidos o no- cuando vamos a verlos es muy gratificante. Esto hay que vivirlo para verlo, y desde luego hay veces que nos hemos emocionado del sentimiento que hemos visto en algunas residentes", subraya Ruth en relación al caso de Encarna, una anciana aragonesa con alzhéimer y sin familia que fue a parar a la Residencia Delicias al poco tiempo de fallecer su marido. "Queremos que casos como el de Encarna sirvan para hacer conciencia, y por eso, en nuestro Facebook, la hemos convertido en la 'abuelita' de la manada", confiesa.

La labor que esta asociación lleva un año desempeñando no podría hacerse sin la colaboración y la buena disposición que ha mostrado el personal de ambos centros. "Entre todos formamos equipo para ayudar a los mayores. Ellos conocen a los pacientes, nos dan pautas y nos ayudan a saber qué perros llevar en cada ocasión", explica Ruth.

Para Natalia Tomás, animadora sociocultural de la Residencia Delicias, lo "increíble" de estos perros es que suscitan reacciones muy buenas en personas con demencia. "Normalmente vamos a las salas donde hay deterioros cognitivos de mayor grado y vemos que al estar con ellos, estos pacientes tienen como una especie de regresión. En muchas residentes sobre todo aflora ese instinto que tienen las abuelas de cogerlos y acunarlos como si fueran bebés y decirles cosas como si fueran niños. Incluso en momentos de estrés con abuelos más afectados o con más nerviosismo hemos notado que después de que vengan los perros están más en paz e incluso responden mejor a otros estímulos", relata Tomás, quien guarda para el recuerdo una anécdota vivida en estos encuentros: el caso de dos ancianas residentes con demencia que llevaban años sin interactuar y volvieron a hacerlo con un perrito en sus faldas. "De repente, al ponerles estas mascotas en sus brazos, surgió una conversación espontánea entre ellas que nos dejó a todas maravilladas", cuenta con una sonrisa Natalia.

Ruth, por su parte, asegura que "el alzhéimer no existe en esos momentos", que estos animales esconden un "bien" muy valioso para este tipo de demencias, puesto que "ayudan a los pacientes a estar conectados con lo que ven"; y esa es una de las razones por las que aspira a extender su labor a otros colectivos vulnerables. "Nos gustaría poder hacer lo mismo con niños con cáncer o con mujeres maltratadas que se puedan beneficiar de este proyecto. Son perros muy especiales que pueden ayudar mucho en determinadas situaciones", concluye.

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