“Cuando subía en el ascensor de mi casa los vecinos pensaron que iba borracho”

Miguel Lierta, secretario de la Asociación Ictus de Aragón, es uno de los más de 3.000 afectados cada año por esta enfermedad cerebrovascular en la comunidad aragonesa.

Uno de cada seis aragoneses sufrirá un ictus a lo largo de su vida y un tercio de los afectados tiene menos de 50 años. Este es el caso del zaragozano Miguel Lierta. En 2002, cuando tenía 47 años, tuvo un derrame cerebral volviendo a su casa. “Estaba a 100 metros del portal y tuve dificultades para orientarme”, recuerda Lierta. “Cuando entré en el ascensor los vecinos pensaron que iba borracho, porque no me entendían y me iba hacia un lado”, explica el secretario de la Asociación Ictus de Aragón (AIDA).

 


En el hospital estuvo 40 días en coma y se quedó hemipléjico del lado izquierdo. Tras el ictus tuvo que dejar su empleo. “Trabajaba en Correos y tenía una tienda. Estaba multiatareado y con mucho estrés, y de repente me dieron la incapacidad total”, continúa Lierta.


El estrés es, precisamente, uno de los factores de riesgo de esta enfermedad, pero no el único. La hipertensión arterial, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la apnea de sueño, la obesidad, los factores genéticos, el alcohol, el tabaco y la edad avanzada también influyen de manera nengativa.


Un caso similar le ocurrió a Víctor Magdalena que, además de afectado por esta enfermedad, es el presidente de AIDA. “Hace 19 años, con 49, me dio un ictus”, explica Magdalena. “Salía de mi negocio y mi mujer notó algo raro. Me preguntó si había bebido y le dije que no. Me iba dando con los muebles y no atinaba a coger las cosas”, relata el presidente de AIDA.


Víctor estuvo ingresado 15 días y tras su alta comenzó una rehabilitación de cuatro horas diarias. A causa de la enfermedad tuvo que dejar el deporte -practicaba kárate- y relegar su negocio -una tintorería- en manos de su mujer.


Como secuela del ictus le queda solo una leve cojera y falta de movilidad en el brazo izquierdo que “no me funciona al 100%”, dice el presidente de AIDA.


Tanto a Víctor como a Miguel la enfermedad les sirvió para dedicar más tiempo a su rehabilitación en AIDA. “En la asociación comencé con la terapia. El equipo de terapia ocupacional me orientó, me ayudó a retomar mi vida y a tener de nuevo una motivación”, explica Miguel Lierta. Y la encontró precisamente en esta asociación, ayudando a las personas que, como él, han sufrido esta enfermedad.


Una dolencia que ya es la primera causa de muerte y discapacidad en Aragón. El 50% de quienes la padecen, lo hace con un grado de discapacidad. Por ese motivo es fundamental comenzar la rehabilitación lo antes posible, incluso en el hospital. En AIDA trabajan con logopedas, para mejorar la competencia del lenguaje, y con fisioterapeutas, para recuperar, en la medida de lo posible, la movilidad en las partes del cuerpo afectadas.


Hoy en día Víctor Magdalena y Miguel Lierta pueden hacer una vida “prácticamente normal”, por eso, lanzan un mensaje de optimismo: “Yo soy positivo siempre”, dice Miguel Lierta. “En la asociación no hacemos milagros, pero casi, casi”, concluye Lierta.

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