"La gente en Chad espera a nuestros médicos porque si no, no tienen asistencia"

Belén Ibáñez, argentina de 31 años, colabora con la Fundación para acercar e impulsar por medio del márquetin la labor de estos sanitarios cooperantes en Chad.

Uno de los quirófanos improvisados en un hospital de Chad por médicos aragoneses.
Uno de los quirófanos improvisados en un hospital de Chad por médicos aragoneses.
Ilumináfrica

Belén Ibáñez, argentina de 31 años, empezó a colaborar con la Fundación Ilumináfrica al poco de llegar a España. Mientras esperaba que le convalidaran su titulación, lo que le permitiría buscar trabajo en la Comunidad, esta licenciada en Marketing quiso aprovechar esa obligada pausa buscando una oenegé aragonesa a la que ofrecer altruistamente los conocimientos profesionales adquiridos durante sus estudios universitarios, para ponerlos al servicio de una buena causa.


"Por motivos personales, la labor de Ilumináfrica me tocaba muy de cerca. Un día mirando por Internet pude ver el trabajo que esta organización llevaba a cabo luchando contra la ceguera y los graves problemas de visión. Sentí que era un proyecto muy humano, me puse en contacto con ellos y me explicaron que los proyectos que realizaban en el Chad estaban cubiertos en todo lo relacionado con los profesionales sanitarios, pero que necesitaban ayuda para difundir su labor y poder recabar recursos, especialmente a través de la página web y las redes sociales", cuenta. 


Asi es como esta joven argentina empezó a colaborar con ellos. Formó un grupo de trabajo y participó en el diseño de la nueva estrategia de márquetin de la Fundación, empezó a gestionar la nueva web y contribuyó en el desarrollo de nuevas campañas para divulgar la labor que estos cooperantes aragoneses realizan en el continente africano, desde el Concurso de Microrelatos, celebrado por primera vez el pasado año, a la consecución de un espacio en Puerto Venecia para distribuir los cachirulos solidarios que Ilumináfrica ofrece en las Fiestas del Pilar con el fin de difundir la labor de la asociación.


“Al Chad -explica- viajan médicos, enfermeros y ópticos, profesionales que realmente pueden ayudar sobre el terreno. La labor de los que nos quedamos aquí obviamente es otra". Con la misma ilusión pero utilizando otras técnicas, se ocupan de organizar la comunicación tanto interna como externa de la Fundación, la divulgación de los éxitos y también de las necesidades, facilitan los desplazamientos de las expediciones asistenciales y permiten recabar recursos y el equipamiento necesario para poder operar en un país que carece de los más elementales medios técnicos y humanos. "Los 'colaboradores invisibles', como dice Enrique (presidente de Ilumináfrica), somos un grupo de personas que trabajamos desde Aragón y otras partes del mundo para dar a conocer la Fundación y aportar nuevas ideas, que nos permitan de año en año, conseguir los medios necesarios para que los proyectos que Ilumináfrica realiza en el Chad continúen progresando", subraya.


Una labor encomiable

En un país en el que la ratio de médicos por cada 1.000 habitantes roza lo anecdótico, la labor de estos sanitarios venidos de fuera se hace cada vez más necesaria. "La gente en Chad espera a nuestros médicos porque si no, no tienen asistencia. Allí el que es ciego prácticamente está desterrado de la sociedad; el que no consigue un sustento es una carga y queda relegado del grupo familiar… El hecho de que estas personas ciegas o con problemas de visión puedan tener médicos que los operen y un seguimiento de sus complicaciones o infecciones es sumamente importante", defiende esta voluntaria. 


Dos años después de ese primer contacto, su colaboración con Ilumináfrica continúa a pesar de la distancia. Ahora Belén ofrece su experiencia, desde el otro lado del charco, para elaborar la memoria anual de la Fundación, una de las labores más exigentes dentro de las muchas que desarrollan los voluntarios adscritos al marketing de la oenegé, y tan "dispuesta" como siempre para echar una mano en todo lo que Ilumináfrica pueda precisar. "Lo que más me gusta de esta oenegé es la labor que ellos hacen en un lugar como Chad, que está tan olvidado. La gente allí les espera realmente de año en año porque cuando ellos no están, no tienen asistencia. El haberse comprometido de esta manera con la población chadiana y ver que todos años viajan varias veces allí refleja su interés por no dejarlos solos ante cualquier complicación. Es algo que me llegó al corazón desde el principio", confiesa.


Conocer en primera persona la labor que los voluntarios de Ilumináfrica realizan en el Chad le despertó a esta cooperante argentina la pasión por el continente africano. "Cuando supe todas las actuaciones que la Fundación realiza y comprendí la pasión y el trabajo callado que muchas personas hacen a diario para que puedan cumplirse los objetivos, no lo dudé ni un segundo, allí también tenía mi sitio para poder ayudar", subraya.


Así, aunque hace muy pocos meses que volvió a su Argentina natal, Belén asegura que la distancia no impide que siga a disposición de la oenegé que despertó su solidaridad aquí en España. "Hoy, en un mundo tan globalizado, la presencia física a veces no es tan necesaria. Me escribo una vez al mes con la Fundación para ver cómo va todo y si necesitan algo; que esté en Argentina no significa que mi colaboración con Ilumináfrica haya terminado. Zaragoza me encantó y siempre puedo pensar en volver", reitera esta voluntaria. 


- Leer otros testimonios.

- Participa en el II Concurso de microrrelatos solidarios Ilumináfrica


Ir al suplemento de salud.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión