Dime qué filtro usas y te diré cómo eres...

Investigadores estadounidenses utilizan Instagram para hallar personas depresivas dependiendo de cómo retocan las imágenes.

'Inkwell' fue el filtro más utilizado entre los usuarios 'etiquetados' como depresivos.
'Inkwell' fue el filtro más utilizado entre los usuarios 'etiquetados' como depresivos.

Cientos de millones de personas utilizan cada día las redes sociales. Lo hacen para publicar fotos, vídeos, comentarios jocosos, noticias, quejas o notas sin sentido alguno. Muchos lo hacen para indicar si se han levantado melancólicos, felices, con el pie izquierdo o simplemente del revés. De ahí nació el famoso 'Me siento' que acompaña a miles de post en Facebook.


Sin embargo, hay otras maneras de conocer el estado emocional de nuestros contactos sin que ellos nos tengan que indicar nada.


El último método científico es fijarse en los filtros de Instagram utilizados. La aplicación de retoque fotográfico, adquirida por Mark Zuckberg en 2012, es a día de hoy la segunda plataforma social más utilizada del mundo, con más de 500 millones de usuarios.


El investigador Andrew Reede, de la Universidad de Harvard y su colega Chris Danforth, de la Universidad de Vermont, ambas estadounidenses, han utilizado esta gigantesca masa de personas para un experimento que se ha resuelto con una peculiar conclusión: existe una correlación entre los colores con los que el usuario publica sus imágenes en Instagram.


Para llevar a cabo sus investigaciones, Reede y Danforth han recurrido a medio millar de personas, que tuvieron que completar una serie de datos y formularios y superar alguna prueba de carácter clínico para determinar si sufrían depresión en alguna de sus distintas fases y conocer cuándo habían sido diagnosticados.


De este grupo inicial, se acotó una muestra de 166 personas que compartieron sus publicaciones con los investigadores conformando un ingente archivo de 44.000 imágenes. De aquellos del grupo de usuarios 'depresivos' se escogieron cien imágenes previas al diagnóstico. De los sanos, eligieron las últimas cien publicaciones de Instagram.


Así expusieron todas estas fotografías a un segundo grupo de trabajo, que debía valorar el grado de alegría, interés, lo agradable o lo triste de cada una de ellas. Estos resultados se cruzaron con otros estudios sobre el contraste, la saturación o el tono, así como los 'me gusta' y las reacciones que conseguían al publicarlas.


Con esta ensalada de datos en la mesa, los dos investigadores detectaron cómo los individuos sanos tendían a publicar imágenes más luminosas y coloridas, especialmente decorada con el filtro 'Valencia', que clarea bastante el archivo original. Algo diametralmente opuesto a 'Inkwell', el filtro más utilizado entre los usuarios 'etiquetados' como depresivos, que convierte las imágenes al blanco y negro.


En total, el 70% de las personas que obedecían a estos patrones resultó padecer algún tipo de episodio depresivo. Algo que para los autores del estudio demuestra que la vigilancia de las redes sociales puede servir para detectar enfermedades mentales de una manera más efectiva.


No es la primera vez que un equipo de investigadores escruta estas plataformas con fines similares. Un grupo de trabajo del John Hopkins Center de Baltimore fue capaz de identificar trastornos de conducta de cientos de pacientes gracias a sus publicaciones en Twitter.


Algoritmos

Junto a una serie de ingenieros, construyeron un algoritmo que analizaba palabras que hacían referencia a sintomatología psicológica o que resultaban muy significativos como indicadores para detectar otros problemas.


Lo novedoso de está fórmula es que era capaz de analizar frases completas y no únicamente palabras, lo que venía a reforzar su efectividad. Así, este algoritmo ha 'masticado' ocho mil millones de tuits, lo que le ha servido para establecer patrones que ayudan a la detección del trastorno bipolar o estrés postraumático.


Estos investigadores de Baltimore, sin embargo, hacen dos importantes observaciones a su método. La primera de ellas es que la recolección de datos se produce de manera completamente anónima, sin identificar en ningún caso a los usuarios. La segunda, y más importante, es que no pretenden sustituir sino "complementar" los exámenes tradicionales.


"Twitter podría ser ese silencioso terapeuta a quien le revelamos mucho más de lo que creemos conscientemente", afirmaron los investigadores, que también reconocen que es imposible que la red social sustituya el ambiente de confianza y la relación que se forja en las consultas de estos especialistas clínicos.


Estados Unidos también es el escenario de otra investigación que pretendía comprobar si es posible detectar estas enfermedades mentales gracias a la información que puede facilitar un teléfono móvil. Una pequeña prueba de la Escuela de Medicina de Evaston, en Illinois, resolvió que hay una relación entre el tiempo que se utiliza el smartphone diariamente y la depresión, siendo mayor en los casos que existe un trastorno depresivo (68 minutos de media frente a 17).


El segundo elemento que se utilizó para comprobar estos resultados fue el GPS del dispositivo. Se detectó entonces que los pacientes sanos visitaban más lugares y tenían más movilidad diaria. Cuando se realizaron las comprobaciones, este método consiguió un éxito del 87%.


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