La homeopatía pierde fuelle en Aragón

La Universidad de Barcelona acaba de suspender su máster en esta disciplina por "falta de base científica". En Aragón, la homeopatía contó con una cátedra en la Universidad y consultas en la sanidad pública que ahora han desaparecido.

Medicamentos homeopáticos.
Medicamentos homeopáticos.
Heraldo.

La homeopatía no vive buenos tiempos en Europa. La Universidad de Barcelona suspendió el pasado 4 de marzo de forma fulminante su máster sobre esta disciplina, tras un informe del propio centro -en concreto, de la Facultad de Medicina- que señalaba la “falta de base científica” de los métodos homeopáticos.


Una semana antes, otro informe del Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento británico concluía lo mismo y sostenía que estos remedios solo funcionan como placebos.


En Aragón, la homeopatía también se ha ido alejando poco a poco de los ámbitos oficiales, donde llegó a estar representada con una cátedra en la Universidad y con consultas en los centros de salud.


Entre 2010 y 2014 estuvo en marcha en el campus zaragozano la cátedra Boiron de investigación, docencia y divulgación de la homeopatía, la primera de España en esta materia.


Su nacimiento estuvo acompañado de una gran polémica, y más de 3.000 personas firmaron un manifiesto “por una universidad libre de pseudociencias y oscurantismo”. En 2013, catedráticos, profesores y alumnos lanzaron también una campaña contra esos estudios y presentaron alegaciones que alertaban del “riesgo” de que en las facultades aragonesas se impartieran “estudios basados en creencias precientíficas”, “con peligros evidentes y sin fundamento científico”.


Un año después la cátedra desapareció y a día, de hoy, aseguran desde la Universidad, no se imparte ningún estudio relacionado con la homeopatía en la institución aragonesa.


Esta disciplina también llegó a los centro de salud aragoneses. En 2009 se inauguró un programa piloto en el ambulatorio de Delicias Sur con el que, una vez al mes, pasaban consulta los estudiantes del posgrado de Homeopatía del campus. El proyecto no prosperó y ahora no existen consultas de este tipo en la sanidad pública de la Comunidad.


No obstante, la Sociedad Científica de Homeopatía de Aragón forma parte del Colegio de Médicos de Zaragoza. Consultadas por este periódico sobre la decisión de la Universidad de Barcelona y el informe del Parlamento británico, fuentes del Colegio descartaron valorarlas, y solo insistieron en que la homeopatía está reconocida por la Organización Médica Colegial y que no se plantean tomar ninguna medida al respecto.


Por su parte, tanto dicha Sociedad Científica como los laboratorios Iberhome, que fabrican fármacos homeopáticos en la capital aragonesa, se negaron también a hablar con este periódico tras las últimas noticias relacionadas con su disciplina.


La homeopatía nació en el siglo XVIII de la mano del médico alemán Samuel Christian Friedrich Hahnemann. Este concluyó que las sustancias que provocan una enfermedad son también capaces de curarla, y que todo depende de las dosis que se empleen. Por eso, observó que la reacción curativa era más rápida a menor dosis de la sustancia, así que fue disminuyendo la cantidad hasta llegar a diluirla. De este modo, se disuelve un mililitro del principio activo (llamado “tintura madre”) en 99 mililitros de solución hidroalcohólica. Después se dinamiza (se agita en unas condiciones específicass) y del líquido resultante se toma otra vez un mililitro que se disuelve en 99 ml de solución hidroalcohólica y se dinamina de nuevo. Ese mismo proceso se repite 5, 9 o 30 veces, en función del fármaco.


Con el líquido resultante se impregnan gránulos de lactosa y sacarosa, que son las bolitas blancas que se identifican con los medicamentos homeopáticos.


Esa disolución repetida de las sustancias, que es la esencia de la homeopatía, es también la que desata las críticas hacia esta disciplina. “Es que se diluye tanto, que en el medicamento final no hay ni una sola molécula de la sustancia curativa. Es solo agua azucarada”, explica José Ignacio García Laureiro, químico y miembro del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea de la Universidad de Zaragoza.


“Y sí, claro que hay mucha gente que afirma que la homeopatía le funciona, pero lo que funciona es el efecto placebo”, insiste.


Según explica, la decisión de la Universidad de Barcelona de suspender su máster y el informe del Parlamento británico solo ponen evidencia algo que la comunidad científica defiende de manera mayoritaria. “No hay ningún estudio serio que demuestre, de forma rotunda, que los fármacos homeopáticos son efectivos. Sabemos que los antibióticos o las vacunas funcionan, y sabemos por qué lo hacen, cómo actúan en el organismo. Pero en el caso de la homeopatía no hay nada, no existen esos estudios. Todo lo que hay deja muchas dudas en el aire”, dice.


“Es una disciplina que va contra el método científico. De hecho, nació cuando la medicina científica no se había desarrollado. Pero ahora, 200 años después, la medicina sí ha avanzado y la homeopatía sigue como entonces”, asegura.


En cuanto a la supuesta “memoria del agua”, con la que los defensores de la homeopatía justifican el efecto médico de los fármacos, García Laureiro lo tiene claro: “Si el agua tiene memoria, no quiero ni pensar lo que tiene la que sale de nuestros grifos después de pasar por las tuberías…”.

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