El zaragozano Cristian Aranda, de 28 años, llevaba más de ocho meses en la lista de espera de Traumatología cuando tras poner una reclamación en el servicio de Atención al Paciente del Hospital Clínico de Zaragoza consiguió que le llamaran para someterse a una resonancia magnética.

Desde que era niño, este joven de Utebo padece una enfermedad neuromuscular degenerativa que compromete su movilidad. Se trata de una variante del trastorno de Charcot-Marie-Tooth, una patología de las denominadas 'raras' que afecta en casi su totalidad a las extremidades de pies y manos. "Me empezaron a mirar a los tres o cuatro años y cuando me diagnosticaron estuve mucho tiempo haciéndome pruebas. Llegaron a mandar algunos análisis a Estados Unidos para examinar el líquido de la médula espinal, pero no salió nada concluyente. A los ocho o nueve años me operaron por primera vez en el Clínico", cuenta este joven que se ha sometido a más de siete operaciones hasta la fecha.

Una lesión sufrida hace nueve meses ha agravado la situación de este joven zaragozano tras sufrir una rotura de menisco al caerse de la bicicleta. "Vivo en un primero sin ascensor y, aunque pueda parecer que no es un problema, salir de casa cada día para hacer cosas tan rutinarias como ir a la farmacia o a comprar el pan es una aventura porque no sé si mi rodilla fallará o me caeré al suelo en cualquier momento", se lamenta.

Cuando acudió a informarse al servicio de Atención al Paciente del hospital Clínico de Zaragoza, asegura que le dieron "para dos años o más" debido a los retrasos que hay para operar en el área de Traumatología, una de las especialidades quirúrgicas que engrosan las listas de espera en Aragón. Consciente de su situación, Cristian reivindica una atención "preferente" a la consejería de Sanidad para no verse cada día más "limitado" en su rutina y en sus desplazamientos diarios. "No puedo esperar dos años a que me arreglen el menisco porque poco a poco me está destruyendo. Sabemos que las listas de espera son largas, y más aquí en Zaragoza con Traumatología, pero seguro que hay pacientes cuya calidad de vida no dependa tanto de una operación tan sencilla como la mía", afirma.

Ejercicio diario para ralentizar el progreso de su enfermedad

A pesar de su enfermedad, Cristian asegura que hace todo lo posible por hacer ejercicio físico y tratar de ralentizar así el deterioro muscular al que le tiene sometido este trastorno. "Hasta ahora me he movido en bicicleta y la he utilizado siempre como medio de transporte para mantener esa progresión. En casa tengo una estática e intento andar siempre un poco, pero son muchas las sensaciones difíciles de describir que siento todavía al ponerme en movimiento", confiesa.

En la actualidad, vive con sus abuelos en un primero sin ascensor. En los últimos meses, a raíz de la lesión, necesita más ayuda en casa y a la hora de desplazarse. "Para ir a cualquier sitio siempre tengo que andar pidiendo favores. El tener el menisco roto me está limitando todavía más y no me deja tener esa mínima independencia que tenía antes", asegura este joven.

Ante tal situación, Cristian afirma que vuelve a sentir miedos e inseguridades a la hora de echarse a andar o de salir solo a la calle. Por eso trata de recuperar "la mínima calidad de vida que tenía antes" y evitar que la lesión acabe por desmoronarle.

"Cuando sufres una enfermedad así hay que hacerse a la idea de que va a progresar y probablemente un día termine en silla de ruedas, pero que sea por naturaleza, no por un menisco que tiene fácil solución con una operación de media hora que te vas andando a tu casa", sentencia.

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