Gente que abandona los cultivos, comerciantes que no recogen la cosecha, campesinos sin ingresos, arroz que se daña en los campos sin llegar a venderse siquiera,
familias escondidas en sus casas y comunidades enteras que ya no van al mercado ni dejan que sus niños asistan a la escuela
"
No es solo la enfermedad, sino todos los miedos que la rodean, lo que está convirtiendo al ébola, más allá de la emergencia sanitaria, en una amenaza para la seguridad alimentaria de la población de una parte de África", afirma Amador Gómez, director técnico de
Acción Contra el Hambre, una ONG que ha enviado a más de mil cooperantes a diversas regiones para ayudar a la población más afectada por la epidemia.
Tras cumplirse un año de la aparición del último brote en Guinea Conakry, el responsable de esta oenegé reflexiona sobre la actuación de la comunidad internacional y la situación actual en una de las zonas más afectadas de África Occidental: Forecariah (Guinea).
- ¿Cree que los países desarrollados
subestimaron esta epidemia?
-Sí, desde el principio no se consideró la dimensión que esta podía tener.
Se pensó que se podía contener en una zona rural sin tener en cuenta que se estaba dando en una zona fronteriza entre tres países con una población que, más allá de los límites geográficos, pertenece a una misma etnia, circula con normalidad y se mezcla tradicionalmente desplazándose de un país a otro con mucha frecuencia. Eso hizo que el foco primario se acabara extendiendo a los tres
países (Sierra Leona, Liberia y Guinea), todos ellos
con un sistema de salud muy frágil y con condiciones de acceso al agua corriente deficitarias que han sido
el caldo de cultivo para que se produjera la epidemia más mortífera de la historia.
- ¿Reaccionó tarde la comunidad internacional?
- ¿Cuáles son los principales problemas que enfrentan quienes se desplazan a África a combatir la epidemia?
- Un año después del primer caso en Guinea, ¿cómo está la situación allí?
- El sistema sanitario de Guinea es hoy muchísimo más frágil y está muy debilitado. En situaciones normales,
tanto Guinea, como Liberia o Sierra Leona tienen que responder a una alta prevalencia de enfermedades infecciosas como la malaria, el sarampión o la fiebre de Lassa
El Gobierno guineano tardó en confirmar que aquellos casos de muertes "extrañas" eran de ébola porque al principio nadie pensaba que iba a surgir un brote de tal magnitud en la zona.
- ¿Cómo se puede luchar contra el miedo que hay entre la población a acudir a los centros sanitarios?
- Hay que promover campañas de sensibilización y esto es tan importante como la puesta en escala de las unidades de tratamiento. Es necesario multiplicar este tipo de actividades porque sabemos que
en el entorno africano hay muchas creencias y aspectos culturales que hacen difícil para las familias el dejar de visitar a los enfermos o velar a los muertos, no cuidar los cadáveres, etc. Todos esos aspectos que
constituyen un factor de riesgo son difíciles de modificar y se están enviando antropólogos a las regiones más afectadas para estudiarlos e intentar cambiarlos. Esto se hace
a través de líderes locales porque hay comunidades con mucha reticencia a las ONG, a las que acusan de estar propagando la epidemia. En este sentido, nosotros estamos teniendo menos problemas porque siempre hemos trabajado con ellos, desde mucho antes de que se desatase esta crisis del ébola. No obstante, y pese a todos los esfuerzos, vemos día a día que
la falta de información y el miedo lleva a la población a asumir actitudes poco lógicas que impiden a veces el acceso sanitario a sus comunidades.
- Por hacernos una idea... ¿Cuántos profesionales de Acción Contra el Hambre hay ahora mismo en Sierra Leona, Guinea y Liberia?
- A nivel de cooperantes internacionales se han movilizado entre 1.000 y 1.500 profesionales para responder al brote en los tres países y la respuesta se está articulando en tres aspectos: asegurar el tratamiento en aquellos casos confirmados de ébola; hacer un buen control de la epidemia y de los focos de contagio mediante estrategias de sensibilización y prevención; y mitigar el impacto que la enfermedad tiene más allá del ámbito sanitario (a nivel agrícola, de desarrollo, alimentario, etc.).
- ¿Han visto enfermar a otros cooperantes o voluntarios?
- Hemos visto a profesionales del Ministerio de Salud guineano que se contagiaban por dar prestación en primera línea. Esta es una crisis que ha superado todo tipo de capacidades y que ha exigido y sigue exigiendo una coordinación por parte de todos los países afectados, agencias y cooperantes, ya que todavía queda mucho por hacer.
- La suya y otras organizaciones no gubernamentales han alertado de que, a causa de la epidemia, la desnutrición aguda podría dispararse entre los menores de cinco años...
- Por desgracia, hemos visto que
el ébola, más allá de ser una enfermedad infecciosa, está impactando sobre los medios de vida de la población. El Ministerio de Agricultura estima que
se han perdido 130.000 toneladas de arroz en Guinea, que es el alimento básico de la población. La mano de obra durante los últimos meses no ha estado disponible porque la gente tenía miedo a desplazarse a los campos y los transportistas no querían visitar las zonas afectadas. Ni siquiera los comerciantes se acercaban a ver los cultivos por miedo al contagio. Esto ha hecho que no se recogieran las cosechas y que se perdiese gran parte de la producción de alimentos
Sabemos ya que
en la región de Forecariah, en Guinea, la población ha reducido su alimentación a una ración al día y se ha desescolarizado a los niños por miedo al contagio.
- Pese a todo, hoy se habla de una "lenta" mejoría y de la
remisión del brote... ¿Comparte esa visión?