Existe un mito un tanto machista acerca de las infidelidades por el cual se asocia más al hombre con la etiqueta de "infiel" que a la mujer. Sin embargo, después de muchos estudios psicológicos sobre la promiscuidad de unos y otros, una investigación reciente llevada a cabo por el profesor Robin Dunbar, del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, y el profesor John Manning, de la Universidad de Northumbria, ha demostrado que esta no entiende de sexos, sino del tamaño de los dedos.

Durante la investigación, publicada por la revista especializada Biology Letters, se analizaron fotocopias de la mano derecha de 1.314 hombres y mujeres de Gran Bretaña encuestados sobre el tema de la infelidad, a los que se midió la longitud del dedo índice y del dedo anular.

Según los resultados del estudio, cuanto más corto era el índice en relación con el dedo anular, a más testosterona debería estar expuesto el individuo durante su desarrollo uterino, lo que se traduce -según los investigadores- en una "mayor promiscuidad en la vida adulta". Del mismo modo, aquellos que tenía los dos dedos de similar longitud fueron "más propensos a relaciones a largo plazo", reza la investigación, en la que no se hace ningún tipo de distinción entre sexos. 

En cualquier caso, los investigadores advierten de que "las estrategias de apareamiento también pueden estar sometidas a un modesto grado de influencia cultural", de modo que la promiscuidad de una persona no es solo cuestión de genética (aunque en estos momentos más de uno se disponga a revisar ya la mano de su pareja). 

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