De héroes a apestados

El personal de enfermería que atendió los casos de ébola denuncia que sufre rechazo social.

Personal sanitario, foto de archivo.
De héroes a apestados

Han luchado contra el ébola cara a cara. Han pinchado, limpiado, cuidado y curado a los tres pacientes del virus que ha habido en España. Son voluntarios. Y, sin embargo, se sienten repudiados por la sociedad, sus compañeros y su entorno personal. El personal de enfermería del Carlos III ha sufrido, en esta crisis, por partida doble. Han asumido la mayor parte del riesgo de contagio y, como consecuencia de ello, se han convertido en parias. Se ha cuestionado, dicen, su profesionalidad. Y muchos en su entorno no quieren acercarse a ellos.


"Nosotros diferenciamos dos etapas muy claras. Cuando ingresan los dos primeros pacientes, los hermanos de San Juan de Dios, nuestra dinámica de trabajo se mantiene. Estamos acostumbrados a tratar a personas con enfermedades infecciosas. Pero cuando se contagia una compañera del hospital entra en juego lo que más daño nos ha hecho: el fondo mediático", asegura Pedro Fernández, supervisor de asistencial del hospital Carlos III. Su principal adversario durante las pasadas semanas, afirmó, no fue el virus sino la alarma social que se generó a su alrededor. "Sentimos mucha más atención de la que nos hacía falta. Nos hemos sentido agredidos".


Entre el personal de su equipo, reconoce, ha habido muchos que han sentido el estigma de vivir de cerca el ébola. Rechazos en el entorno cercano, de amistades y de vecinos. Incluso consecuencias familiares. A algunos les han prohibido ir a recoger a sus hijos al colegio. "Y cosas peores", explicó el supervisor. 


Según Fernández, "se ha puesto en tela de juicio la manera de trabajar de los profesionales de enfermería". Desde todos los frentes de esta crisis, explicó, se han vertido comentarios desafortunados. Políticos, medios de comunicación e, incluso, compañeros de profesión. "Ni la enfermera ha cometido fallos de procedimiento ni hubo errores en el protocolo", aseguró. "A lo sumo ha habido un accidente laboral, y va a ser difícil saber cuál. Pero la forma de trabajar siempre ha sido absolutamente correcta".

Fruto del desconocimiento

Durante la cumbre internacional 'Enfermería ante el ébola', celebrada los pasados días en Madrid, se hizo especial hincapié en la estigmatización que ha vivido, y vive, este personal sanitario. "Todos han sufrido rechazo, tanto en el entorno laboral como en el familiar", aseveró Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería. Una estigmatización injustificada y apoyada, afirmó, en una información insuficiente sobre el virus, que solo es contagioso mientras un paciente tiene síntomas, y en contacto de fluidos con mucosas. "Hay que tener presente que es una enfermedad de la que no es fácil contagiarse", dijo Fernández. En el caso de Teresa Romero han trabajado más de 100 personas y no ha habido más contagios, recordó. "El paso del tiempo nos ha dado la razón, la metodología ha sido muy buena. Lo que hemos tenido es la fatalidad de un accidente".


"Hay que tomar conciencia, no solo frente a los pacientes que han sobrevivido, que van a vivir un auténtico calvario, sino también frente a los profesionales que han atendido a pacientes con ébola", declaró el presidente del Consejo General de Enfermería. "A mayor desconocimiento, mayor estigma". Sin embargo, el informe que publicó este organismo la semana pasada, en el que se ponían en cuestión los protocolos y los materiales utilizados, también ha mellado el ánimo de algunos trabajadores del Carlos III. "Nos ha hecho daño, dice cosas muy desafortunadas", explicó el supervisor de asistencial.


Además, el tratamiento del caso de Teresa Romero ha generado un conflicto entre médicos y personal de enfermería. González Jurado solicitó este martes que los doctores que han divulgado "información personal" sobre la paciente que abandonen la profesión. "Ayer una médico del Carlos III vulneró los derechos de esta paciente"., insistió el presidente del Consejo General de Enfermería. Se refería a las declaraciones de una de sus médicos, que afirmó en una entrevista que la declaración de Romero de que se tocó la cara con un guante está grabada.


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