Las ambulancias y furgonetas se han parado. Los vehículos empleados para transportar cádaveres infectados por el ébola han dejado de moverse. En un momento clave de la lucha contra el brote, los enterradores de Sierra Leona han iniciado una huelga. "No nos importa si las calles se llenan de cadáveres, queremos nuestro dinero. Necesitamos nuestro dinero, claman.

Lo que piden es un aumento por el riesgo que corren. Cada día tienen que lidiar con una media de 17 a 35 cadáveres que ahora seguirán acumulándose mientras no llegue ninguna solución. Se exponen al contagio y sus comunidades les estigmatizan.

Las autoridades se defienden. Según dicen, el dinero debería llegarles en los próximos días, pero no quieren hablar de ningún aumento por el peligro al que se exponen estas personas en su trabajo.