Diez consejos para superar los 90 con buena salud

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) presenta un decálogo de hábitos saludables para lograr un envejecimiento activo.

Varios ancianos en el parque de la Dehesa
Diez consejos para superar los 90 con buena salud
Luis Ángel Tejedor

En la actualidad, en el mundo, casi 700 millones de personas son mayores de 60 años. Para 2050, las personas de 60 años o más serán 2.000 millones, esto es, más del 20% de la población mundial. Con esto en mente, está claro que es necesario prestar mayor atención a las necesidades particulares de las personas de edad.


Según explica el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, José Antonio López Trigo, para conseguir envejecer activamente es recomendable centrarse en cinco pilares: controlar los factores de riesgo de enfermedades (fundamentalmente las cardiovasculares y el cáncer), mantener la actividad física, mantener la actividad mental, mantenernos participativos socialmente, cuidar y equilibrar la dieta y cuidar nuestra salud emocional.


"Todos estos factores están íntimamente relacionados entre sí y, en muchas ocasiones, son fruto unos de otros. En definitiva, se trataría de mantener unos hábitos de vida física, social y mental saludables", remarca López Trigo.


Para promover un envejecimiento activo y saludable, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad, que se celebra este miércoles 1 de octubre, presenta el siguiente Decálogo para llegar a los 90 con buena salud, para que los profesionales sanitarios y medios de comunicación lo difundan entre la sociedad.

Cómo llegar a los 90 con buena salud

Llenar la despensa de fruta: las frutas son los alimentos con mayor cantidad de nutrientes y sustancias altamente beneficiosas para nuestra salud. No importa en qué etapa de su vida se encuentre una persona, el consumo frecuente (5 piezas al día) de frutas es una de las mejores "medicinas" para cuidar nuestra salud y tener una vida larga y sana. Sus antioxidantes son capaces de proteger nuestras células de los efectos de los radicales libres, que dañan las células aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardiacas o cáncer. Pero no solo se trata de comer fruta sin más, hay que hacerlo, como recuerda el doctor José Antonio López Trigo, "dentro de una dieta equilibrada que se ajuste a las necesidades de cada momento de la vida, complementándola con otros alimentos altamente beneficiosos como las verduras, los cereales y las legumbres, y dejando para un consumo menos frecuente los pescados y las carnes y aún en menor proporción, las grasas". Se trata de practicar la tan apreciada Dieta Mediterránea, la que se ha seguido tradicionalmente, la de nuestras madres y abuelas. Caminar 30 minutos al día: todos podemos hacer ejercicio físico y nunca es tarde para empezar. Incluso las personas que tienen una movilidad muy reducida pueden ejercitar alguna parte de su cuerpo. No se necesita mucho para hacer algún tipo de actividad física, solo algo de voluntad. Tampoco es preciso realizar grandes hazañas deportivas ni batir marcas. Los especialistas recomiendan "hacer ejercicio acorde a nuestra condición física previa y a nuestras posibles limitaciones". Con algún tipo de ejercicio de los llamados aeróbicos, como por ejemplo caminar, y un mínimo de ejercicios de tonificación (resistencia) y elasticidad es "suficiente" para los expertos. Lo recomendable, en el caso de las mujeres, sería caminar un total de dos horas a la semana; dos horas y media en el caso de los hombres. "En cualquier caso, lo importante es que el ejercicio se haga de forma periódica, pues no sirve de mucho un gran esfuerzo un día y no volver a practicarlo hasta al cabo de varios", recuerda López Trigo.  Disfrutar del hoy y del ahora con optimismo: el ser humano tiene presente, pasado y futuro, sin embargo, el único tiempo que nos pertenece es el ahora. El momento presente es único, sin embargo, en muchas ocasiones, las personas viven atadas a un pasado (muy común en las personas mayores) que les produce nostalgia o a un futuro que les produce temor por el envejecimiento o incluso que les frustra por no ser quien les hubiese gustado ser. No vivir aquí y ahora implica un gran desgaste psicológico y hace que nos olvidemos de lo realmente importante, que es vivir y disfrutar hoy en el pleno conocimiento de que este momento nunca volverá a pasar. El bienestar emocional tiene mucho de cómo hemos sido y de cuáles han sido nuestras vivencias, pero también de cómo afrontamos la vida. Un reciente estudio de la Universidad de Londres muestra que las personas que enfocan la vida con optimismo y que procuran ser felices cada día viven, de media, cinco años más que las personas pesimistas. Además, estos años vividos lo son con una mayor calidad de vida. Para lograr el bienestar emocional suele ser muy importante y decisivo socializarnos, mantenernos activos con amigos, conocidos o con personas con las que compartamos intereses o iniciativas, aficiones o placeres.  Apuntarse a clase: no importa de qué sea la materia: un curso de lectura, la universidad para mayores, un taller de manualidades… Nunca es tarde para aprender, dice el refrán. "Aprender cosas nuevas es el mejor de los estímulos para nuestra mente, lo que más la estimula y será un elemento esencial para proteger a nuestro cerebro de enfermedades como la de Alzheimer", explica el presidente de la SEGG. Siempre podemos interesarnos por nuevos conocimientos, incluso partiendo de niveles intelectuales bajos. Algunas personas que no tuvieron, por desgracia, la oportunidad en su momento de ir al colegio, de aprender a leer o a escribir, lo hacen de mayores. También podemos estimular nuestra mente realizando ejercicios de memoria, leyendo y comentando cosas, haciendo programas específicos de estimulación que incluyan diversas parcelas a estimular, entrenando día a día a nuestro cerebro.          Nunca tomar la pastilla que le vino bien a la vecina: en la actualidad, los geriatras advierten de que muchas de las personas mayores tienen tendencia a la automedicación. Cuando se introducen fármacos sin control por parte del profesional médico, puede ocurrir que modifiquemos el efecto que esperamos del tratamiento que se venía siguiendo o que los medicamentos que se ha optado por tomar no sean compatibles con los que tenía prescritos anteriormente y que aparezcan graves problemas de salud, e incluso puede ocurrir que los nuevos medicamentos vayan mal para otra enfermedad que padezca la persona y no se haya tenido en cuenta. Un porcentaje muy alto de los ingresos de personas mayores en las urgencias hospitalarias en España tiene que ver con algún efecto adverso producido por los fármacos que toma. Por ello, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recuerdan que las decisiones en cuanto a la toma o retirada de tratamientos deben recaer siempre en manos de profesionales.  No tener reparo en usar el bastón: hoy en día a muchas personas mayores les cuesta decidirse a usar el bastón; este elemento de apoyo, que muy equivocadamente tiene connotaciones peyorativas, puede salvar la vida en más ocasiones de las que uno piensa. Las caídas son un punto importante que limita la calidad de vida de las personas de edad y que puede llegar a provocar la muerte de la persona. En España, cerca de 1.500 personas de más de 65 años fallecieron en el año 2009 por una caída, lo que supone el 25% del total de muertes accidentales anuales en ese rango de edad. La prevención pasa por dos grandes puntos de atención: la persona y el entorno. Según el presidente de la SEGG, el doctor José Antonio López Trigo, es indispensable “analizar todos los factores de riesgo de poder caer que puede presentar una persona (problemas de equilibrio, alteraciones o limitaciones en la forma de caminar, medicamentos que puedan comprometer la estabilidad de la persona o que puedan inducir mareos, la necesidad o el uso de ayudas técnicas como bastones o "andadores", etcétera), para así poder modificarlos y disminuir el riesgo. También sobre la persona que ha caído en alguna ocasión podremos hacer estas medidas preventivas y procurar rehabilitarles para mejorar su condición y paliar ese “miedo a volver a caer” que, en muchas ocasiones, les atenaza”.  No pasar toda la vida con las mismas gafas: con el paso del tiempo y, al igual que ocurre con el resto del organismo, los sentidos van sufriendo modificaciones que pueden alterar, de forma natural, mínimamente su función. Si estas alteraciones interfieren en la vida o en la calidad de vida de la persona mayor estaremos ante una enfermedad y no ante un cambio natural e imputable a la edad. Por tanto, se debe acudir al especialista para diagnosticar y mejorar esos déficits que tanto repercuten en la vida del mayor. Los especialistas recomiendan revisarlos periódicamente para poder abordar así de la forma más precoz posible los problemas.  Hacerlo tú solo: las personas mayores no deben dejar que los demás hagan las cosas que ellos pueden hacer por sí mismos, siempre que su capacidad y salud lo permita. "Preservar nuestra autonomía es esencial para conseguir un envejecimiento activo", puntualizan. Y, como dice el adagio: "se envejece como se ha vivido". Aunque sea de un modo más lento o con una relativa agilidad, las personas mayores deben seguir haciendo sus actividades o parte de ellas, que además de adquirir autonomía, les permitirá sentirse útiles. Para lograr autonomía también es importante acondicionar el entorno de la persona mayor para facilitar conductas independientes: eliminar barreras, obstáculos ambientales, instalar ciertos elementos de apoyo y agarre. Dormir 7 horas al día: el sueño no solo sirve para que el cuerpo descanse, también es muy útil para que el cerebro module algunas de sus funciones, como puede ser consolidar cosas que hemos hecho o aprendido durante el día. Además, podemos decir que existe relación entre dormir mal o no dormir y desarrollar pensamientos negativos, por lo que habrá una influencia directa entre descanso y salud emocional. El sueño, por tanto, protege a nuestra mente. Cuando somos mayores puede ser necesario dormir en torno a siete horas al día. Según comenta el doctor López Trigo, “para valorar los problemas de sueño hemos de analizar varias esferas: la emocional (por ejemplo, saber si la persona está sufriendo ansiedad o depresión), la esfera física (por ejemplo, si la persona padece dolores que interrumpan su descanso o tiene problemas urinarios que le obligan a levantarse varias veces en la noche) y el entorno (conocer el nivel de ruidos durante la noche en la vivienda, temperatura de la habitación, comodidad de la ropa y el lecho, etcétera). Así, "conocidos estos extremos podemos establecer un plan de ayuda a un mejor descanso".  Participar e implicarnos: ¿En qué? En todo. Participar, implicarnos, mantener aficiones y compartirlas, colaborar con los demás en cuantas actividades nos apetezca… Son válidas desde las actividades lúdicas (viajes, participar en coros o en teatro…), hasta las actividades que suponen un compromiso activo para con los demás (voluntariado, enseñanza a otros colectivos…). En definitiva,  sentirnos partícipes con y por los demás.  Ir al suplemento de salud.