Por qué estornudamos al pasar de la sombra al sol

Una de cada cuatro personas está afectada por está acción refleja, que se hereda de los padres.

Cuanto más corto era el índice en relación con el dedo anular, a más testosterona debería estar expuesto el individuo.
Por qué estornudamos al pasar de la sombra al sol

No se sienta un bicho raro: una de cada cuatro personas estornuda al salir al sol o mirar de pronto hacia una luz intensa. Es una acción refleja denominada reflejo lumínico de estornudo.

Afecta tanto a hombres como a mujeres y se hereda de padres a hijos. Es más frecuente cuando alguien sale de un lugar oscuro y entra en una zona donde el sol da plenamente. Normalmente, se estornuda dos o tres veces, pero se han dado casos de hasta cuarenta estornudos seguidos. 


¿Por qué sucede esto? El truco está en el nervio trigémino, que tiene tres ramificaciones principales y que recoge las sensaciones del rostro. Una mota de polvo en la nariz es capaz de estimularlo, mandar una señal al cerebro y provocar un estornudo con el fin de expulsar a la intrusa. Las ramificaciones que llegan a los ojos reaccionan a los vapores de la cebolla, por ejemplo, y nos hacen llorar. En algunas personas, estas ramificaciones responden también ante una luz brillante y desencadenan el estornudo. El nervio trigémino ha enviado señales confusas y, de camino al cerebro, "los impulsos nerviosos cercanos a los ojos y en el interior de la nariz se confunden, y el cerebro acaba pensando que el estímulo visual es, en realidad, nasal", explican los autores John Lloyd y John Mitchinson en su obra titulada ‘El nuevo pequeño gran libro de la ignorancia’. ¿Consecuencia? "El cuerpo intenta ‘expulsar’ la luz estornudando", describen de forma gráfica.


Este fenómeno no se describió médicamente hasta el siglo XX, concretamente en 1978, pero desde Aristóteles a Francis Bacon le buscaron una explicación.


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