Ejercicio físico, la terapia más eficaz

Combatir el sedentarismo y mantenerse en forma aporta enormes beneficios para la salud y reduce el riesgo de padecer múltiples enfermedades, incluso algunos tipos de cáncer. Las claves residen en realizar un esfuerzo adecuado, continuo y evitar el sobrepeso.

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Ejercicio físico, la terapia más eficaz
Heraldo

El ejercicio físico constituye uno de los pilares de nuestra salud y bienestar cotidiano desde antiguo, pero ¿hasta qué punto es importante llevar una vida activa? ¿De qué enfermedades nos previene y cuáles ayuda a combatir? ¿Por qué es tan importante evitar el sobrepeso y la obesidad? Durante los últimos años, sucesivos estudios médicos apuntan al deporte como un activo fundamental para reducir el riesgo de padecer numerosas patologías, desde cardiovasculares hasta, incluso, algunos tipos de cáncer; sin embargo, cada vez cobra más fuerza el papel medicinal del ejercicio en nuestra salud mental y emocional, como dice la célebre máxima clásica de 'mens sana in corpore sano'.


La inactividad física prolongada, en primer lugar, "disminuye de forma progresiva y prematura cualidades como la fuerza y la flexibilidad", afirman los profesores del grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de Zaragoza, que coordina Sonia Asún. Pero es que, además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es en estos momentos el cuarto factor de riesgo de mortalidad más importante en todo el mundo, con un 6% de defunciones a escala planetaria, solo superado por la hipertensión (13%), el consumo de tabaco (9%) e igualado con el exceso de glucosa en sangre.


La inactividad física, siempre con datos de la OMS, es la principal causa del 30% de cardiopatías de tipo isquémico (falta de riego sanguíneo), así como responsable de un 27% de casos de diabetes y de entre un 20% y 25% de cánceres de mama o colon. La Sociedad Española de Oncología Médica, a través de la web Oncosaludable, reconoce las evidencias científicas sobre el papel de la actividad física como factor de prevención en estos tumores, así como una influencia "probable" en cánceres de vejiga y en menor medida en los de pulmón y endometrio. Además, en los pacientes ya tratados, el deporte reduce el riesgo de recidiva y de mortalidad.


Ante otras enfermedades

El ejercicio físico ayuda a combatir la obesidad y, de este modo, protegemos nuestro corazón así como limitamos el riesgo de sufrir cualquier enfermedad vascular periférica, también los ictus. La hipertensión arterial, el perfil de colesterol o un posible síndrome metabólico, así como la diabetes, el asma y la apnea del sueño se incluyen en la larga lista de patologías que se combaten con una vida activa.


Al margen de todo lo referente al riego sanguíneo, nuestros huesos y músculos son los otros grandes beneficiados de una práctica continua de ejercicio, ya que con el deporte "se disminuye el riesgo de caídas y fracturas, así como de la prevalencia de osteoporosis o fibromialgia", añaden los docentes del grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, que se imparte en el campus universitario de Huesca. Patologías como la artritis y la artrosis figuran entre las que más padecen los aragoneses, según la última Encuesta Nacional de Salud. Ello se debe, en gran medida, al envejecimiento de la población, pero el ejercicio físico, aunque sea caminar, ayuda a combatirlas a cualquier edad.


De cabeza

Sin embargo, la otra gran baza del deporte para convertirse en imprescindible en nuestros días es su influencia directa en el estado de ánimo y su utilidad en casos de estrés, ansiedad y depresión: "Ayuda en la reducción de los padecimientos de enfermedades mentales", aseveran los expertos universitarios en esta materia: "Además, aumenta nuestra autoconfianza, mejora la sensación de bienestar y el rendimiento intelectual".


De hecho, también se relaciona el ejercicio con un mejor envejecimiento y una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas. "Existen evidencias preliminares que también relacionan la actividad física con menos riesgo de sufrir demencia, así como con la existencia de mejoras cognitivas en personas mayores que practican algunos programas deportivos", concluyen desde Huesca.


Estos investigadores sostienen asimismo que la educación física ayuda a mejorar el rendimiento cognitivo y académico de los jóvenes en edad escolar. Por último, no conviene olvidar la dimensión social del deporte, desde personas con discapacidad hasta colectivos marginados o con dificultades de inserción.


"Es inestimable su aportación a la afectividad, a la mejora de las relaciones sociales y, por supuesto, al desarrollo físico armónico y a la funcionalidad física y biológica. La práctica física de manera habitual se traduce en personas más sanas, vitales y enérgicas, capaces de enfrentarse a los retos diarios de manera proactiva", concluyen.


Para todas las edades

La práctica de ejercicio físico debe estar ajustada, en todo caso, a la capacidad de cada individuo así como a sus circunstancias. Para empezar, es preciso tener en cuenta las distintas edades a las que hacer deporte o, simplemente, llevar una vida sana y activa. Asimismo, muchas veces se plantea el ejercicio dentro de juegos o clases, para que resulte más ameno, sobre todo en el caso de los más pequeños.

Por regla general, la recomendación en el caso de niños y adolescentes es acumular al menos una hora diaria de actividad moderada o vigorosa, si bien un tiempo superior solo redundará en un mayor beneficio. En el caso de adultos hasta 64 años, se plantea al menos 150 minutos semanales de actividad moderada o 75 más fuerte ?o bien una combinación de ambas? que podrían aumentarse. Los mayores de 65 años deberían realizar una actividad moderada, siempre, en la medida de sus posibilidades.


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