Un sueño imposible de truncar

A sus 19 años, y desde los 6 luchando contra un tumor que lo ata a unas muletas, Zacarías Oualid ha fundado el primer equipo de fútbol español de personas amputadas. Su meta: jugar el mundial de México de noviembre.

Zacarías demuestra su habilidad para jugar con muletas durante un entrenamiento en Olot
Un sueño imposible de truncar

Echen por un momento un vistazo al pasado. En concreto a su infancia o a su adolescencia. Sí, aquella época donde un tanto por ciento muy elevado de jóvenes españoles sueña con convertirse en lo que hoy son Casillas, Cristiano, Bale, Xavi, Iniesta o Messi, por ejemplo. Donde la vida gira alrededor de los libros y, sobre todo, de un balón de fútbol.


Eso es precisamente lo que le sucedía a Zacarías Oualid, un muchacho de Olot que a una edad muy precoz fue diagnosticado de un cáncer en el fémur de la pierna izquierda. Ahí comienza una historia de superación donde el amor al deporte rey ha sido su mejor cura.


"A los 6 años me detectaron un sarcoma de Ewing en el fémur izquierdo y le dijeron a mis padres que mi vida estaba en peligro. Inmediatamente, me hicieron un trasplante y luego estuve año y medio ingresado en el hospital recibiendo quimioterapia. Como era muy pequeño, tenían que administrármela en dosis pequeñas. Una vez no fue así y estuve cerca de fallecer. Una enfermera se equivocó con la dosis, me puso la del muchacho con el que compartía habitación, que era mayor que yo, y me quedé inconsciente. Afortunadamente, los médicos me salvaron", relata.


A pesar de aquel accidente y de un periodo de 18 meses de quimioterapia, Zacarías salió adelante y comenzó un duro proceso de rehabilitación de dos años.


"Me fijaron el nuevo fémur con la pelvis, por lo que tenía muy poca movilidad en la cadera. El trabajo de la fisioterapeuta era 'doblarme' y flexionarme todo lo posible para ir adquiriendo más movilidad día tras día. Y así fue. Además, con la ayuda de una suela más gorda para el calzado de mi pie izquierdo volví a caminar con normalidad y hacer lo que más me gustaba: jugar al fútbol", añade.


Recaídas

Pero, pocos años después, sufrió una nueva zancadilla: "Un día en clase de educación física en el colegio, con 12 años, estábamos jugando al fútbol y, en una conducción del balón en carrera, donde quise recortar a un oponente, el fémur trasplantado se hizo trizas. Así que otra vez al hospital y otro trasplante. Pero en esta ocasión la fijación a la pelvis fue mucho más resistente, con la idea de que nunca más se me volviera a romper. Y es cierto, ahora tengo 19 años y ahí sigue, pero la pierna me quedó inválida. Desde el primer momento en el que comencé otra vez la rehabilitación yo noté que ese trasplante no había tenido el mismo resultado. Me costaba mover los dedos y el tobillo. La pierna me quedó inútil, sin fuerza para lograr hacer el paso y tuve que empezar a utilizar muletas. La pierna izquierda, la mala, la tengo 30 centímetros más corta que la derecha".


Sin rendirse nunca

Desde entonces, Zacarías sabía que dos muletas iban a ser sus mejores amigas y que tenía que colgar las botas prematuramente, con solo 12 añosO no.

Zacarías prosigue: "Un día, en el patio que tenemos en casa, vi un balón viejo y lo primero que se me pasó por la cabeza fue chutarlo con la pierna buena, pero no tenía aún destreza con las muletas. Le pegué al balón, me resbalé y me caí para atrás. Mi padre me vio, se fue a por la pelota, la pincho y la tiró a un río. El médico nos lo había avisado: otra rotura de fémur significaba amputar la pierna. Sabía que si quería seguir disfrutando del fútbol con mis amigos tendría que ser a escondidas".


"Y eso hice –explica–. Comencé a adquirir habilidades con las muletas y el balón. Antes era zurdo y ahora diestro. Cuando ahorraba algo de dinero, compraba un balón y le pedía a un amigo que me lo guardara en su casa. Jugaba con mis amigos pachangas y torneos del pueblo. Todo esto a espaldas de mi padre. Hasta que hace dos años me descubrió. No se lo tomó bien, pero un día vino a verme jugar y se dio cuenta de que el fútbol me hacía demasiado feliz. Y es la verdad. Soy el típico niño que soñó con ser futbolista profesional. El balón siempre ha sido mi mejor amigo".


Un sueño real

Fue en ese momento, con 17 años, y con su padre ya de su lado para apoyarle en lo que es su pasión, cuando puso en marcha el proyecto que ahora está a punto de hacerse realidad: "Tras buscar y buscar, vi que en España no existía equipo alguno de futbolistas amputados cuando en muchos otros países sí los hay. Y yo me he propuesto crear el primero a lo grande: la selección española. He reunido ya a veinte jugadores y tenemos una meta clara: jugar el Mundial de México de futbolistas amputados, que se celebrará en noviembre de este año. Tenemos varios patrocinadores ya interesados en apoyarnos. Unos 30.000 euros necesitaríamos. Y todo va por buen camino. Creo que lo lograremos".


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