¿Cuándo hay que llevar al niño al médico?

Las visitas al pediatra o a urgencias son muy frecuentes hoy en día, pues los padres dudan de cuáles exactamente son los síntomas de alarma.

Guía para padres: ¿cuándo llevar al niño al médico?
Guía para padres: ¿cuándo llevar al niño al médico?

Es un hecho que cada vez se acude con más frecuencia a la consulta del pediatra. Y no porque los niños se pongan más enfermos que antes, sino porque los padres se sienten menos seguros con los cuidados básicos de sus hijos y necesitan, simplemente, que les reafirmen en sus conductas o pensamientos. A esta incertidumbre se suele sumar la presión familiar o social que, inevitablemente, emite sus opiniones sobre cómo hacer tal o cual cosa.


El pediatra Pedro Orós recomienda utilizar el sentido común en el cuidado de los hijos y desdramatizar a la hora de detectar posibles problemas, pues en la actualidad se tiende a esperar que todo vaya perfectamente "y eso, tratándose personas, es muy difícil" apunta.


La inseguridad también se percibe en los servicios de urgencias y, por ello, desde esta unidad del hospital Miguel Servet se ofrece a los padres en cada visita unas pautas de actuación en función de la patología o enfermedad que padezca el niño, con el fin de que conozcan los síntomas de alerta en cada caso.


Las patologías más frecuentes

Las enfermedades infecciosas, que se contagian por contacto del niño en colegios y guarderías suelen estar detrás de gran parte de las visitas que se realizan al Servicio de Urgencias del Hospital Materno-Infantil del Miguel Servet. Así lo confirma la doctora Virginia Gómez, una de sus responsables, quien explica que se trata de patologías respiratorias y digestivas que son, en su mayoría, de origen vírico. Se manifiestan con fiebre, un mecanismo de defensa que no constituye por sí sola un signo de alarma. La fiebre es la que motiva más del 90% de las consultas de urgencias.


La doctora añade que entre los niños de 0 a 5 años también se suceden con relativa frecuencia accidentes bien en el ámbito doméstico o escolar, relacionados con traumatismos y con intoxicaciones. Para el pediatra Pedro Orós, "el accidente es una de las enfermedades más graves que hay" porque puede llegar a tener unas consecuencias fatales, de manera que es importante tomar ciertas precauciones. Así, por ejemplo, él dice que cuando los padres le preguntan en su consulta si le pueden dar pan a su bebé, él siempre les responde que sí si ellos están delante.


Incidir en la prevención es para el técnico especialista Joaquín Martínez una de las claves en la educación. Poner fuera de su alcance medicamentos y productos tóxicos o, en el caso de los lactantes, juguetes pequeños es solo un ejemplo. Vigilar los riesgos de asfixia o atragantamiento en la ingesta de alimentos, así como los baños domésticos o en otro tipo de recintos evitaría el riesgo de accidente.


Por prescripción médica

Una vez que los niños han sido examinados clínicamente por el pediatra, ya sea de atención primaria o de urgencias, los progenitores deben seguir los consejos y tratamientos del profesional, así como vigilar los posibles signos de alarma y motivos por los que habría que volver a la consulta. Es importante vigilar y controlar la evolución de la enfermedad mientras persista el proceso patológico.


Virginia Gómez, desde el Servet, declara que, en general, no se debe medicar a los niños si no ha habido una valoración médica previa, excepto si son analgésicos o antitérmicos habituales, como el paracetamol y el ibuprofeno en casos de dolor o de fiebre y siempre según la pauta establecida por el médico en otras ocasiones. Así, el antibiótico debe limitarse a la preinscripción del pediatra para infecciones de origen bacteriano.


Por otro lado, el consejo médico también se encuentra detrás de la administración de las vacunas, que suelen ajustarse a un calendario oficial que establecen comités específicos de cada Comunidad Autónoma, aunque también las hay que no entran en la cartera pública de servicios y que, sin embargo, están recomendadas por el pediatra, como ocurre con la del neumococo o la de la varicela en Aragón.


La diferencia de calendario entre las distintas regiones españolas y el coste económico que supone la administración de las vacunas no incluidas en el orden oficial, hace que los padres le den muchas vueltas a la conveniencia o no de administrar unas u otras. Este es uno de los motivos por los que diversos sectores de la pediatría abogan por centralizar el calendario de vacunas en todo el territorio nacional.


No hay que olvidar que, oficiales o recomendadas, ninguna vacuna es obligatoria, aunque se recomienda su adminsitración para evitar posibles epidemias.


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