Las depresiones aumentan en otoño y primavera

En ellas influye la presión social o familiar que empuja a reprimir el malestar en ciertas épocas.

La niebla, sobre Zaragoza.
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A. Navarro

Las enfermedades mentales están directamente relacionadas con la época del año y, de hecho, las consultas de psiquiatría y psicología atienden con más frecuencia a pacientes con depresión en otoño y en primavera que el resto del año, mientras que la bulimia y anorexia son más frecuentes en la primavera y el verano.


"La presentación irregular de este tipo de trastornos mentales a lo largo del año tiene una relación con factores ambientales cíclicos, tanto físicos como culturales. Así como el clima y la luz inciden en el desencadenamiento de los trastornos emocionales y del comportamiento, en la misma medida lo hacen las circunstancias que caracterizan cada período. Hay períodos anuales de alta exigencia familiar, o de intenso impacto afectivo, o los que se afrontan situaciones desconocidas, o de grandes expectativas puestas en la persona", ha comentado el catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense, José Luis Carrasco.


Por ejemplo, prosigue, los trastornos por inestabilidad emocional, las autoagresiones y los intentos de suicidio aumentan en otoño y en primavera, pero presentan además un incremento considerable en los períodos anuales de reunión familiar obligatoria, debido a los conflictos que se desatan y se reavivan.


En concreto, según ha informado la directora Médica de la Clínica SOMMOS y Profesora de Psiquiatría de la Universidad Complutense, Marina Díaz Marsá, el factor externo más influyente es la presión de los demás sobre nuestra propia imagen. De hecho, en el caso de la bulimia y de la anorexia, la presión de la mirada de los otros sobre los cuerpos aumenta en la primavera y en el verano, incrementando con ello la obsesión por la delgadez y, consecuentemente, la angustia.


Asimismo, otros factores, además de los biológicos, que influyen en la presentación estacional de los trastornos psíquicos son el exceso de expectativas puestas en la persona o la propia autoexigencia, como ocurre por ejemplo en muchas amas de casa al llegar las fiestas navideñas o en muchos estudiantes al comenzar el curso escolar.


En estas épocas aumentan considerablemente los trastornos de ansiedad y, al mismo tiempo, también influyen la presión social o familiar que empuja a sentirse obligatoriamente bien en determinadas épocas (vacaciones, navidades), lo que lleva a reprimir los sentimientos de malestar, dando lugar a síntomas emocionales y comportamentales.


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