El reto de medir con fiabilidad y combatir el hígado graso

Un equipo de facultativos especialistas en cirugía hepática trabaja en nuevas formas de diagnóstico de la esteatosis, así como en su reducción a la hora de efectuar un trasplante.

Imagen, durante una intervención de laparoscopia, en la que se observa un electrodo sobre el hígado para medir su gracia
Imagen durante una intervención de lamparoscopia

La acumulación de lípidos o grasas en el hígado, llamada esteatosis, está considerada ya como una de las ‘epidemias’ clínicas del siglo XXI, debido a la dieta excesivamente calórica de la sociedad en la que vivimos. En los casos más graves, este proceso conlleva la aparición de posibles hepatitis (esteatohepatitis) e incluso cirrosis, con la consiguiente necesidad de un trasplante.


La esteatosis, propiciada por la acumulación de lípidos en el hígado, es un proceso silencioso que causa un perjuicio enorme al paciente, si bien puede ser reversible mediante dieta. En los casos más graves se realizan incluso operaciones para reducir la obesidad mórbida, pero lo fundamental es corregir los hábitos alimenticios.


Sin embargo, un problema al que suelen enfrentarse los especialistas es la medición objetiva del hígado graso, algo que se antoja necesario en el transcurso de intervenciones quirúrgicas o de determinados tratamientos: es posible que la acumulación de lípidos no sea uniforme y, por tanto, una biopsia resulte insuficiente o engañosa. "Cuando la esteatosis no es homogénea, es más complicado cuantificar el acúmulo. No podemos realizar pruebas radiológicas o de imagen y es el patólogo, finalmente, quien decide a la vista del microscopio, pero con un notable margen de error", explica el cirujano Antonio Güemes, facultativo del servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital Clínico de Zaragoza e impulsor del trabajo que se desarrolla desde este centro para hallar nuevas formas de medición.


Güemes, dentro de un equipo que coordina el jefe de la Unidad Hepática de este centro, Agustín García Gil, y en el que se encuentran otros especialistas como Blanca Martínez, trabaja en la obtención de mediciones más fiables, como la que ya están aplicando de forma experimental a algunos pacientes obesos y que consiste en corrientes de alta frecuencia a partir de la aplicación de electrodos al hígado graso. "Es un aparato con forma alargada y cuatro polos para medir la resistencia de la grasa en una sección de superficie mucho más amplia que la de una biopsia; además, se puede introducir en el órgano varias veces", explica Güemes.


En trasplantes

 

La sustitución de un hígado enfermo por otro sano es la única opción para multitud de enfermedades hepáticas y, pese a que los hígados con esteatosis severa suelen presentar un color amarillento que los diferencia de uno sano, en ocasiones se puede dar la situación de tener que desechar el órgano nuevo debido a la grasa. "De cada mil casos, aproximadamente, suelen rechazarse unos 300 hígados por este motivo en España. Estamos trabajando para que, en un futuro, no se tenga que desperdiciar ese material", añade el especialista.


Para ello, a la vez que investigan sobre ello equipos punteros en Madrid y Barcelona, médicos y veterinarios aragoneses tratan de dar con la tecla que permita realizar lavados desengrasantes de los hígados sujetos a trasplante, a través de cócteles de fármacos, siempre con el hígado "vascularizado y metabólicamente activo gracias a un sistema de perfusión por el que lo mantenemos en caliente y aceleramos el metabolismo del hepatocito con el objetivo de que expulse la grasa que le sobra".

De momento, este ensayo está en fase experimental, con animales, pero el objetivo es que, si el resultado es positivo, se aplique en un futuro a personas.


La esteatohepatitis puede estar causada por dos vías: o bien por la ingesta de alcohol y el consiguiente daño de la célula hepática, que no consigue realizar adecuadamente su trabajo de metabolización de los alimentos y por ello se acumulan los lípidos; o bien, además, puede estar causada exclusivamente por la ingesta excesiva de estos. Con ello, el hígado no funciona correctamente y, si se supera un umbral determinado, se produce una inflamación del tejido que, en los supuestos más graves, puede devenir en cirrosis.


El hígado, laboratorio de nuestro cuerpo

 

Si existe un órgano complejo en el cuerpo humano es el hígado. "Además de servir de reserva energética, es un verdadero laboratorio en el que se depuran las toxinas que lleva la sangre y se metabolizan los alimentos. Existen hasta 40 tipos de células diferentes en su interior y se trata de un órgano insustituible", resume Güemes.


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