Un programa específico de atención mejora al 72% de pacientes con trastorno límite de personalidad

Integra la psicoterapia focalizada en la trasferencia, la terapia dialecto-conductual y la psicoterapia centrada en la mentalización.

El 72% de los pacientes con trastorno límite de personalidad mejoran significativamente con un programa específico de atención que integra la psicoterapia focalizada en la trasferencia, la terapia dialecto-conductual y la psicoterapia centrada en la mentalización.


Un estudio, realizado entre 260 pacientes tratados con el 'Programa de Atención a los Trastornos Graves de Personalidad', aplicado por el Grup TLP Barcelona en dos Hospitales de Día del CPB Serveis Salut Mental en Barcelona, demuestra una mejora en la impulsividad y una reducción en las conductas suicidas.


Además, el programa pionero en España mostró una tasa de abandonos del tratamiento (22%) por debajo de otros estudios realizados en estos pacientes; además un 57 por ciento de los pacientes al alta formaban parte de un proyecto de inserción sociolaboral.


También observan mejorías en el dominio de la depresión y la ansiedad, y que los pacientes mejoran significativamente más, cuanto más tiempo están en tratamiento. "Los datos preliminares apuntan que para obtener una mejoría en otras variables clínicas (identidad, vacío, etc.) se requeriría de un tiempo más prolongado de tratamiento", señalan desde Grup TLP Barcelona.


El trastorno límite de personalidad es un trastorno que afecta a aproximadamente del 2% de la población general. Las personas presentan una identidad difusa, inestabilidad afectiva, sentimientos crónicos de vacío, escaso control de sus impulsos, elevada impulsividad e ira inapropiada, así como unas relaciones interpersonales inestables.


Los expertos recuerdan que presenta una elevada comorbidad con otros trastornos, especialmente con trastornos del humor, de la conducta alimentaria o por abuso de sustancias, etc. Y evolución está marcado por una inestabilidad crónica desde el inicio de la edad adulta con tendencia a las conductas disruptivas y elevado riesgo suicida (aproximadamente el 10% de pacientes realizan intento consumado).


El abordaje terapéutico de este trastorno presenta especiales dificultades debido al mal cumplimiento general de estos pacientes, al hecho de no existir psicofarmacología específica para su tratamiento y a la facilidad para los conflictos en la relación terapéutica.


Por este motivo, destacan, "se ha convertido en un grave problema de salud pública debido a la dificultad en el tratamiento, la tendencia a recaer y el elevado consumo de servicios que genera".


Un programa en tres fases

El programa terapéutico incluye seguimiento individualizado con tratamiento psicofarmacológico, entrevistas psicoterapeutas individuales, así como la participación en distintas actividades terapéuticas grupales (grupos psicoterapéuticos, mindfulness, taller de objetivos, expresión artística, etc.), plan de crisis, apoyo y orientación social y atención familiar.


El programa tiene un desarrollo secuencial en 3 fases, la primera fase es de evaluación diagnóstica y de orientación del plan terapéutico, en la que se determina el protocolo para la evaluación psicodiagnóstica de la personalidad, así como la formalización del contrato terapéutico con inclusión de cláusulas anticipatorias.


La segunda fase consiste en el desarrollo del plan terapéutico, que incluye la jerarquización de objetivos a corto, medio y largo plazo; vinculación y motivación al cambio, contención de conductas disfuncionales que comprometen la seguridad del paciente y/o los otros, mentalización, integración de la identidad y el vacío, plan de inserción socio laboral.


La tercera fase es la de finalización del proceso terapéutico. En esta fase se hace especial énfasis en la preparación del relevo terapéutico, que debería hacerse hacia recursos ambulatorios más bien que hacia dispositivos terciarios.


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