Salud cardiovascular

Controlar las emociones es bueno para el corazón

Una investigación ha demostrado que la regulación emocional se relaciona con un indicador fiable de variabilidad de la frecuencia cardiaca (VFC) y que ejerce el poder de moderar el efecto negativo que tiene la edad en el corazón.

El sistema circulatorio
El sistema circulatorio, un ciclo completo

Las personas que poseen la habilidad de controlar sus emociones, lo que se conoce como regulación emocional (RE), gozan de una mayor salud cardiovascular, ya que la RE tiene la capacidad de moderar el efecto negativo que tiene la edad sobre las variaciones que existen en el tiempo entre los latidos del corazón.


Una investigación ha demostrado por primera vez que la regulación emocional se relaciona con un indicador fiable de variabilidad de la frecuencia cardiaca (VFC) y que ejerce el poder de moderar el efecto negativo que tiene la edad (más de 41 años) en el corazón, según informa en una nota de prensa la Sociedad Española de Cardiología, que ha publicado este avance en el último número de su revista.


La VFC es una herramienta que, en cardiología, se utiliza para valorar el estado de salud del corazón ya que unos niveles bajos de la misma están directamente vinculados con la edad, con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares y con un mayor índice de mortalidad por causa cardiaca.


Según la investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga (centro donde se han llevado a cabo las investigaciones), Ruth Castillo, "las emociones están presentes constantemente, algunas veces podemos manejarlas pero otras, especialmente si son negativas y de mayor intensidad, no conseguimos manejarlas adecuadamente y pueden impactar en nuestro cuerpo".


"Todas estas emociones forman parte de nuestro día a día, están particularmente presentes en el ámbito laboral y llegan a afectar de manera decisiva a nuestra salud", asegura.


Ahora, la evidencia científica ha demostrado que la VFC es un buen indicador de longevidad y salud.


Según Castillo, lo novedoso de esta investigación es que se ha demostrado que si una persona es capaz de poner en marcha estrategias adecuadas ante una situación emocionalmente intensa "está ayudando a que su corazón funcione mejor y se adapte más adecuadamente a las exigencias diarias".


La regulación emocional (RE) es una habilidad central en la inteligencia emocional, definida como "la habilidad para regular las emociones propias y ajenas promoviendo un crecimiento emocional e intelectual".


Esta habilidad facilita el desarrollo de estrategias efectivas para reducir el impacto de emociones negativas, por lo que funciona como protector ante situaciones desafiantes e incluso da respuestas fisiológicamente más adaptativas.


Ante una situación emocionalmente intensa se ponen en marcha recursos o estrategias para afrontarla y, en estos casos, evitar el problema, obsesionarse o auto-culparse, son estrategias inadecuadas que no resuelven el problema y perjudican seriamente el funcionamiento mental y físico.


Sin embargo, una buena capacidad para regular las emociones hace que se activen estrategias que, además de ayudar a solucionar de manera efectiva la situación conflictiva, son más beneficiosas para nuestra salud.


Algunas de las respuestas fisiológicamente más adaptativas son la respiración, la relajación, la distracción e incluso la manera que tenemos de hablarnos a nosotros mismos (auto-diálogo)", señala la investigadora de la Universidad de Málaga.


El objetivo del trabajo era ver si realmente existía alguna relación entre una habilidad central de la inteligencia emocional (como es la RE) y un indicador de salud fiable (como es la VFC) en población masculina española.


Para ello, se eligieron a 101 directivos españoles, de entre 30 a 63 años y con puestos de dirección en la empresa privada, como representantes de uno de los colectivos más expuestos a continuas exigencias profesionales y, como consecuencia, desgaste psicológico y síntomas clínicos.


A la hora de realizar la investigación se excluyó a los que tenían alguna anomalía cardiovascular, se comprobó que estaban sanos, se midió su respuesta emocional, el nivel de estrés, los hábitos de consumo de alcohol y tabaco, la actividad física y el índice de masa corporal.


Dado el carácter modificable que tiene la inteligencia emocional, la formación y el entrenamiento en este tipo de habilidades, la Sociedad Española de Cardiología considera que "podría convertirse en una iniciativa importante para promover la salud cardiovascular".



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