Tecnología

Un robot hecho en Aragón

Dos estudiantes de la Universidad de Zaragoza colaboran con la spin-off Bitbrain para realizar un robot con aplicaciones médicas.

El robot, durante su realización.
Un robot hecho en Aragón
BITBRAIN

Una impresora 3D y dos estudiantes de ingeniería informática. Con estos elementos han conseguido crear en la empresa  Bitbrain un robot casi 100% aragonés.


La 'spin-off' (un proyecto derivado de otro anterio) de la Universidad de Zaragoza tiene como uno de sus objetivos ayudar a la rehabilitación de personas sin movilidad por un problema en las conexiones del cerebro. A los pacientes les colocaban un gorro de electrodos para ver cómo se comportaba su cerebro cuando imaginaban que movían un brazo. Pero sin uno real que se moviera, era difícil para los pacientes saber si estaban realizando el ejercicio bien. “El brazo robótico da un ‘feedback’ positivo a las personas”, indica María López, socia fundadora de Bitbrain.


“Para la 'spin-off' era muy caro comprar un brazo robótico, por lo que decidimos fabricar las piezas con una impresora 3D”, explica María López. Fue entonces cuando entraron en el proyecto Adrián Sánchez y Sergio Sota, dos estudiantes de 4º del Grado en Ingeniería Informática de la Universidad de Zaragoza que han conseguido este verano una beca Talentum. La empresa se encargaba de la parte de neurorehabilitación mientras que ellos han sido los artífices de dar ‘vida’ al robot.


Más 200 piezas han sido necesarias para construir el humanoide, compuesto por un busto y dos brazos articulados. “Lo más complicado ha sido darle a la mano el sistema de movimientos”, observa Adrián Sánchez. Los planos para construir las piezas los consiguieron a partir de la web Inmoov, creada por el escultor francés Gael Langevin, que las ofrece en código abierto, y con ellas, mucha paciencia y sus conocimientos consiguieron darle forma.


Junto con Sergio Sota también han programado el código que permite los movimientos y el software necesario para controlarlo. “Ha sido bastante interesante hacer distintas cosas a las que se suelen hacer en clase, como construir el prototipo o programar en distintos lenguajes, y probar lo que hemos aprendido”, cuenta Sergio Sota. El momento más especial para él es “acabar cada parte y ver que lo que has hecho funciona bien”.


Desde mediados de mayo y hasta mitad de noviembre es el tiempo que van a invertir en este proyecto, una experiencia que ambos repetirían. “Ha sido buena, ellos han desarrollado su propio proyecto de forma autónoma y nosotros nos encargamos de conectarlo con el cerebro”, corrobora María López.


Con este proyecto, como con el resto, Bitbrain pretende que la “tecnología llegue a todos los pacientes”, explica María López. Desde 2010, se encarga junto con su socio Javier Mínguez de que los conocimientos sobre neurotecnología que elaboraba la Universidad pero no se aplicaban a la vida real puedan llegar a todos. “El balance de estos tres años es muy satisfactorio”, reconoce.


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