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Cartas al director de HERALDO: Una noche amarga en la calle de San Pablo

Ángel, con su bicicleta, en su local de la calle de San Pablo.
Ángel, con su bicicleta, en su local de la calle de San Pablo.
P. B.

Una noche amarga en la calle de San Pablo

Una noche, hace poco, intentaron robar en un pequeño local, no comercial, de la calle San Pablo. Su arrendado es un jubilado, con muy pequeña paga, bien querido en este barrio de multiculturalidad que es el Gancho. 

Ángel, que es así como se llama, se encontraba dentro descansando y se defendió del ataque con gritos, mientras veía cómo le estaban arrancando la puerta. Gracias a los vecinos, vino la Policía. Y pudo estar un poco más tranquilo, aunque no mucho. Yo, al día siguiente, vi el destrozo que le habían hecho. Él estaba preocupado, pero no enfadado. ¡Demasiado buena persona es! No entendía por qué le habían intentado robar si sólo tiene dentro viejas bicicletas que se dedica a arreglar de forma desinteresada. Al rato de estar hablando con él e intentado recolocar la puerta; vino otro vecino y estuvimos rascando e igualando los laterales de la puerta y el marco de la misma, para recolocar las bisagras. A lo largo de la mañana, pasaron más vecinos preocupados. Una de las cosas que nos gustan a los vecinos es ayudarnos, aunque no nos conozcamos mucho. Porque es vergonzoso que los continuos actos delictivos campen a sus anchas, y nadie haga nada. Debería darles vergüenza a algunos alcaldes o alcaldesas que presumen de que limpiarán la delincuencia y la droga de las calles y es mentira. Y no digamos cuando intentas dormir por la noche y se oyen insultos, peleas y golpes de quienes están bajo los efectos de la droga o el alcohol. Pues lo mismo, nada de nada. Y no digamos de cómo amargaron esa noche al pobre Ángel. Estaría bien que la alcaldesa ayudara a Ángel y a otros Ángeles o Ángelas de nuestros barrios para que pudieran adquirir locales más económicos y seguir haciendo sus actividades sociales, sin ánimo de lucro y sin ningún tipo de subvención.

Jorge Juan Bautista Solano Amigo. ZARAGOZA

Los abuelos y el mar

Escucho en televisión que un grupo de abuelos de Zamora, alguno de casi cien años, ha ido a Gijón a ver el mar por primera vez en su vida. No puedo dejar de pensar que fue esta generación la que vivió y sufrió para tener el país que tenemos ahora; otros hemos aprovechado su sacrificio para tener una vida más agradable y a la vez contribuir a mantener lo que ellos cimentaron con tanto esfuerzo. Muchos de estos abuelos no pensaron en unas vacaciones porque no se las podían permitir, o simplemente porque esa idea no se les pasaba por la cabeza; el tiempo libre, si lo había, era para seguir apoyando la economía familiar, con un huerto, el mantenimiento de la casa para ahorrar, etc. Esa ha sido la generación de mis padres; que no tuvieron ni un día de vacaciones y que solo viajaron cuando se sentían obligados a acompañar a sus hijos por sus estudios, o cuando éstos los han llevado para compensar todo lo que no han podido ver. Me pregunto qué pensarán estos abuelos ahora cuando ven cómo se está administrando su legado por unos mimados que, a pesar de sus dietas, sus sueldos y sus viajes en primera, no son capaces de dejar de mentir, de mirar por sus intereses ni de ponerse de acuerdo, simplemente por el ‘contigo no porque no me interesa a mí’. Quizás ver el mar ha sido más fácil que para sus abuelos.

Tomás López. ZARAGOZA

Torrero, mi barrio

En mi barrio no padecemos la ‘gentrificación’ ni la ‘turistificación’, dos fenómenos urbanos recientes. La gentrificación es un proceso de rehabilitación urbanística de una zona deteriorada que provoca un desplazamiento de los vecinos empobrecidos del barrio por otros de un nivel económico más alto. En el barrio de Torrero, donde resido, gran parte de sus habitantes están muy asentados y los nuevos vecinos que llegan no son de clase más alta. Buena parte de los vecinos son pensionistas de ingresos parecidos. Últimamente se incorporan parejas de jóvenes trabajadores de clase media, con niños, que rehabilitan su vivienda, comprada a precio razonable. Guarderías y centros para mayores conviven en armonía. La rehabilitación de viviendas en el barrio se está haciendo poco a poco, con la colocación de ascensores donde es posible y mejoras en el aislamiento. Tampoco sufrimos la ‘turistificación’, palabra que alude al impacto que tiene la masificación turística en el tejido comercial y social de determinados barrios o ciudades. Afortunadamente, Torrero no es barrio atractivo para turistas, eso queda para el casco antiguo. Este fenómeno incide de manera depredadora en los precios de la vivienda y en la configuración comercial. El residente de un barrio afectado por este fenómeno se enfrenta al hecho de que los servicios, instalaciones y comercios pasen a orientarse pensando más en el turista que en quien vive allí. La configuración comercial que más se ha notado en Torrero es la compra o alquiler de locales destinados al comercio y en franca decadencia que los chinos han reconvertido en negocios de hostelería, con cierto éxito a pesar de que algunas personas no los frecuentan por sus prejuicios raciales.

Antonio Nadal Pería. ZARAGOZA

Aprender de los errores

Qué difícil es no dejar rastro de la porquería: aunque la retires siempre queda el hedor. Lo mismo pasa a nivel social, deportivo, político... Es muy difícil enderezar lo que se ha torcido y ya ha cogido forma. Por otro lado, somos humanos y lo que nos diferencia de la inteligencia artificial es el error. Sí, eso a lo que le tenemos tanto miedo es lo que nos hace humanos y lo que nos hace avanzar. En la ciencia, gracias a errores se descubrieron vacunas, procedimientos, etc., que favorecieron nuestra permanencia como especie. En educación, gracias al error se cambian procesos de aprendizaje, se implementan nuevas fórmulas, se aprende mejor. En la política, si nuestros representantes fueran como debieran, también sería del error de donde se mejorara nuestra democracia. Pero se les llena la boca de la palabra transparencia y, una vez subidos a la burra, se les olvida. A todos niveles, el ser nítido en la gestión es fundamental para que la ciudadanía participe y vuelva a creer en la política, en las asociaciones, en las agrupaciones... en la sociedad. En otros entornos, cuando una persona comete un fallo, sea una multa, un error económico o unas declaraciones desafortunadas, no necesita a nadie que le diga lo que tiene que hacer. Dimite de su cargo y deja a otras personas que lo ocupen con dignidad. En España, no, seguimos erre que erre para ver si nos sale bien esta vez o por cabezonería, perdiendo la dignidad como personaje público (nunca se pierde la dignidad como persona). Seguimos sin aprender y eso preocupa a la ciudadanía, que no es tan tonta como se podría pensar y que estamos hartos de la fetidez de nuestras instituciones debido a personas que no admiten errores. Admitir el error a tiempo permite avanzar.

Carmen Pilar Lamuela Polo. MORATA DE JALÓN (ZARAGOZA)

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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