Por
  • José Luis Moreu Ballonga

ETA, según Hobsbawm

ETA, según Hobsbawm
ETA, según Hobsbawm
Heraldo

El autor de este artículo, como cualquiera que peine canas, ha tenido que seguir y sufrir casi medio siglo la actividad terrorista de la ETA hasta el otoño de 2011. 

En mis primeros años universitarios, temiendo que sus atentados pudieran dificultar la transición a la democracia. Al inicio de la Transición, sorprendido de que la actividad criminal de la banda se incrementaba ampliamente, empezando por, junto a los asesinatos de militares, los de los mismos políticos de la UCD que acababan de amnistiarles.

Recuerdo de entonces declaraciones llenas de arrogancia de los dirigentes etarras afirmando, por ejemplo, que el Estado acabaría cediendo a su presión por tener ellos detrás al ‘pueblo’ vasco; o que acabarían negociando con el Ejército español que sería quien les tendría que dar paso a la independencia y a su supuesta revolución. Se veían a sí mismos como los libertadores de una nación oprimida, y no como unos dirigentes llenos de odio e intelectualmente desarrapados, que es como se les veía desde fuera.

En su actividad criminal, la banda terrorista ETA se cubrió con una ideología en la que el nacionalismo extremo se trufaba con un marxismo pedestre

Lo que nuestra historia nos enseña, y son vascos algunos de nuestros mejores historiadores, es que los vínculos de los señores y nobles vascos se arrimaron a los reyes castellanos, al menos desde finales de la Edad Media; o que apoyaron a Felipe V a principios del siglo XVIII para someter la resistencia que encontró en los territorios de la Corona de Aragón; o que los vascos se sublevaron, como la mayoría de los españoles, contra Napoleón y su hermano José I, y que luego siguieron las vicisitudes de España, sin otras convulsiones graves que las guerras carlistas, hasta la etapa final del franquismo. En 1959 se creó la banda.

Me veo incapaz de entender la ideología de ETA. Cómo llegaron desde el catolicismo más integrista y racista de Sabino Arana, que aprenderían en el PNV, junto con un marxismo tosco y enfermizo, a sostener una tenaz guerra sucia y cruel de décadas contra una democracia moderna. Me alegró por eso, cuando leí la ‘Historia del siglo XX’ de Eric Hobsbawm, ver que las tres o cuatro alusiones a la ETA del libro son despectivas. El prestigioso historiador comunista, catedrático en el Reino Unido y que ha impartido conferencias por medio mundo, no aprueba, pues, en marxismo a los etarras. Su juicio rotundo (afirma estar "en total desacuerdo") sobre los nacionalistas separatistas, y engloba allí a vascos, irlandeses y quebequeses, es que no son marxistas ni de izquierdas. Se especializó ETA en la extorsión, así que acaso la calificaba bien la revista ‘Tiempo’, ya desaparecida, como la "mafia vasca". Hobsbawm se muestra comprensivo con movimientos insurgentes y armados de todos los continentes y no oculta su apoyo a la violencia armada contra, supone él, la injusticia social y el capitalismo. Pero su olfato de comunista prosoviético no ve creíble ni aceptable a la ETA.

Es interesante ver el
juicio que le merece ETA a un historiador comunista como Eric Hobsbawm

Me leí también una autobiografía de Hobsbawm, titulada en su versión española de 2003 ‘Años interesantes. Una vida en el siglo XX’. El libro cuenta sus vivencias como catedrático de historia de prestigio, muy atento a los posibles progresos del comunismo. Reconoce el trauma que le supuso conocer la dimensión tremenda de los crímenes de Stalin, sin explicar del todo cómo se podía aún seguir siendo comunista; o cuenta cómo tenía el pasaporte listo para huir con su familia a Latinoamérica si la Guerra Fría mostraba síntomas de calentarse. Parecía confiar en el triunfo de la revolución social allí y nos cuenta su emoción al leer un verso de Neruda en Machu Picchu. Reconoce el historiador no haber comprendido la historia de la España franquista y muestra admiración, lo que debería interesar a los que aluden despectivamente al ‘régimen del 78’, por la formidable transformación que se dio aquí, que califica como "más espectacular e irreversible que prácticamente en cualquier otro país de Europa".

El episodio en las actuales elecciones de las listas de Bildu con 44 exterroristas, aunque hayan rectificado parcialmente, y el que supiéramos que esos antiguos terroristas obtendrían muchos votos, habrá resultado muy doloroso para sus víctimas y también penoso para la mayoría de los españoles, que no necesitan ser muy mayores para conocer lo que ETA ha representado en nuestra historia reciente.

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