Por
  • Pilar Clau

Concordar las palabras con la verdad

Concordar las palabras con la verdad
Concordar las palabras con la verdad
Pixabay

De vez en cuando juego al ajedrez en el móvil. Compito conmigo, disfruto con mis logros y aprendo a ver cada posición desde diferentes ángulos. El ajedrez salvó de la locura al señor B, personaje de la arrebatadora ‘Novela de ajedrez’ de Stefan Zweig.

Encerrado en el vacío, sin comunicación con nadie, sin libros y sin lápices, el señor B fue sometido a una tortura mental ordenada por los nazis. Pero el señor B encontró un libro, un manual de ajedrez, y eso lo salvó. Cuando se lo quitaron, su mente siguió imaginando jugadas.

Los libros salvan. Esta semana supe que alguien a quien quiero mucho estaba triste. No era el momento oportuno para llamarlo y decidí escribirle un whatsapp. Lo leí antes de enviarlo y observé que lo que le decía ("todo irá bien") podía no ser verdad. Consolar exige escuchar, acompañar, mirar, sentir. Pero, ¿si no tenía esa posibilidad? ¿Si sólo podía acercarme por escrito y era yo quien tenía la palabra? Además, quería ser sincera porque ni la mentira ni las palabras huecas consuelan. ¿Cómo atreverme a sugerir lo que iba a pasar en un futuro tan incierto?

Borré lo que había escrito y le envié un poema, un poema de Fernando Pessoa: "Si yo pudiera morder la tierra toda". No mencionaba lo que a él le entristecía y, sin embargo, le mostraba una manera diferente de observar su tristeza. Una visión distinta no es una frase de ánimo poco fiable, una visión distinta es una verdad nueva que trae consigo matices nuevos de sentimiento. ¡Una visión distinta en versos! Los versos no se leen con el cerebro sino con el cuerpo, y el cuerpo se siente abrazado por las palabras y por la armonía de la composición. La confesión del poeta da pie a un diálogo íntimo que conforta y que relaja. ¡Y no se marcha el poema! Se queda para ser amparo y para recordar, como el ajedrez, que hay otros ángulos desde donde mirar la realidad. Un amigo me envió una vez hace años ese mismo poema y, desde entonces, si lo necesito se presenta en mi memoria. La poesía es una verdad íntima y subjetiva, y algunas perspectivas personales son mucho más ricas que cualquier observación colectiva. Además, concuerdan con la verdad.

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