Papas infames y papa infamado

Papas infames y papa infamado
Papas infames y papa infamado
Lola García

A los seis siglos justos de la muerte del Papa Luna, castigado por la Iglesia a la vergüenza perpetua, puede recordarse que hubo papas probos y virtuosos, pero no pocos papas reprobables. Y no solo los Borgia.

Así, Esteban VI (VII, para otros) papa en 896. Mejor no explicar cómo lo logró. Mandó exhumar a su predecesor Formoso, aunque le debía el obispado, revistió su cadáver, ordenó a un clérigo que contestase como si fuera el muerto y lo condenó por sus respuestas. Despojado de su atuendo papal y amputado de tres dedos (los de bendecir), fue arrastrado por Roma, quemado y arrojado al Tíber. Hay un cuadro tremebundo de Laurens, de 1870, con la escena cadavérica, en la que un Esteban frenético se encara con el difunto. Sería estrangulado poco después. Pero no es tildado de hereje ni antipapa.

Juan XII (año 955), para la Enciclopedia Católica (1913, obra vasta y grave) fue un adolescente "inmoral y vulgar". Su residencia en Letrán podía medirse con el mejor burdel. Pero no es tildado de hereje ni antipapa.

Méritos similares tuvo Benedicto IX (1012), cuyo padre compró para él la tiara papal cuando el mozo aún no tenía veinte años. Este pontífice, "desgracia para la silla de Pedro", reinó tres veces, porque renunció a la tiara dos y la volvió a ceñir mediante recompra. Pero no es tildado de hereje ni antipapa.

Inocencio VIII reinó justo antes del Descubrimiento (el de América, por antonomasia. Que sí fue des/cubrimiento: una mitad del mundo dejó de estar cubierta para la otra media). Se crio en la corte napolitana de Alfonso V de Aragón, sede de todas las galanuras y de los placeres más refinados de su tiempo. Fue persona de vida licenciosa y, cuando fue proclamado papa, en 1484, ya se le conocían un par de hijos de alguna edad. Además de originar la primera y feroz caza de brujas conocida, una de sus ideas para allegar fondos fue la de crear puestos clericales y distinciones que concedía al mejor postor, previa subasta. Así hubo algún cardenal de trece años. Pero no es tildado de hereje ni antipapa.

A Julio II, el guerrero papa Della Rovere (cuyos emblemas luce aún la Guardia Suiza en su vistosa bandera y en sus yelmos a la española), se le puede excusar de cualquier cosa por haber sido el patrón y mecenas de Bramante, Miguel Ángel y Rafael. El arte es otro desde aquel pontífice. Probablemente por eso pesa menos su elección en un cónclave sospechosamente fulminante o su muerte por probable sífilis. Erasmo de Rotterdam lo excluyó del Paraíso en un libelo (‘Iulius exclusus de coelis’); y el agudo Guicciardini dijo que de papa solo tenía el título y el atuendo. Circulaban versos sobre su amor al vino y a los efebos. Pero no es tildado de hereje ni antipapa.

A los seis siglos de la muerte del reprobado papa Luna, aragonés y varón íntegro,
debe recordarse que papas muy reprobables no sufrieron tanta infamación como él

El otro Benedicto XIII

Hubo otro Benedicto XIII, el papa de la lista regular, Vincenzo Orsini, entre 1724 y 1730. Era príncipe, duque y algunas cosas más desde su infancia y fue obispo de media docena de diócesis.

Viene a cuento citarlo porque, tras ser elegido papa, se tituló Benedicto XIV. Alguien en la curia le hizo ver que el XIII era mejor, pues el Benedicto aragonés era un réprobo antipapa, como aún lo es hoy. Y de esta forma, Orsini, al recobrar el XIII, remachó la condición impía del primer titular de ese número entre los papas Benedictos. Don Pedro siguió expulsado de la lista papal. Tuvo, en cambio, el talento de canonizar a san Juan de la Cruz, prueba de su fino gusto y de que valoraba la excelsitud del gran poeta místico español.

En cuanto a Pedro Martínez de Luna y Gotor, el pontífice aragonés nacido en el palacio familiar de Illueca, fue hombre muy inteligente, de gran agilidad y habilidad política (fue él quien más y mejor movió los hilos en el Compromiso de Caspe de 1412), cultivado, perito conocedor del derecho canónico y amante del rigor intelectual, moral y legal. Basta leer los estudios de Ovidio Cuella sobre su vasta documentación. Por eso persistió y, como recuerda el calendario mural de Heraldo, mantuvo un derecho que estimó por encima de su conveniencia. Lo pagó caro, mas no pudo abdicar de su razón. Sufrió por ello penalidades y humillaciones. Pero siguió ‘en sus trece’... hasta Orsini, que se las quitó. Fue el más notable de los herejes que la Iglesia considera ‘antipapas’, el de más largo pontificado y el más injustamente infamado. Su elección había sido obviamente legítima.

El juicio de Ratzinger

Al cardenal Ratzinger le preguntaron en 1997 sobre el Espíritu Santo y el cónclave papal. Su aguda respuesta de teólogo alemán y custodio severo de la ortodoxia, que tomo de una publicación católica italiana, tuvo un final un tanto acético: "Probablemente la única seguridad que ofrece es que el asunto no pueda ser un desastre total. Hay demasiados ejemplos de papas que el Espíritu Santo no habría elegido".

Sépanlo cuantos leyeren y entendieren.

(Puede consultar aquí todos los pódcasts y artículos escritos en HERALDO por Guillermo Fatás)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión