Papel mojado y sensibilidades

Las tripas del Teatro Fleta, visibles desde la calle de César Augusto.
Podemos y el PAR plantean en sus programas electorales intervenir en las ruinas del Teatro Fleta.
Guillermo Mestre

Por los presupuestos y por los hechos, evidentemente, la cultura lleva bastantes años lejos de las prioridades de la acción política institucional en Aragón, más que en otras partes de España.

Zaragoza se habrá convertido en la cuarta ciudad más poblada del país, pero tanto ella como el resto de la comunidad autónoma que abandera y absorbe han perdido bastantes posiciones en esta materia; hoy son poco relevantes, no están en las conversaciones nacionales. Y costará que las cosas cambien: del derrotismo y la crítica acérrima de lo propio, del «flojico lo tuyo», aquí se ha pasado a otro extremo, muy complaciente, que tampoco tiene ninguna fuerza movilizadora.

No obstante, los partidos y coaliciones que concurren con posibilidades siguen dado su sitio a la cultura en los programas electorales, sea por inercia o porque conserva alguna capacidad de atraer votos. Tras los sofocos de la covid y los encierros caseros, en los que la fue uno de los primeros refugios, hay bastante coincidencia en comenzar enunciando su importancia para el bienestar de la ciudadanía; luego, unos inciden en cómo refuerza la identidad y otros en lo económico.

Los socialistas sacan pecho de lo realizado en los últimos años y prometen culminar lo inacabado. El PP toca muchos palos, se detiene en lo audiovisual, también en darle la vuelta a la política actual sobre las lenguas propias, y lanza una pintoresca propuesta de un programa de puntos que premiaría (o castigaría) a los grupos musicales que empiezan. Los que se apellidan ‘aragonesistas’ ponen el acento en el patrimonio histórico-artístico (el PAR hasta se acuerda del fenecido Teatro Fleta) y Chunta se extiende además largamente en la acción cultural. De proteger los «festejos, oficios, monumentos y costumbres arraigados en nuestra región» asimismo habla Vox, partido que apenas entra en más materia cultural.

En IU se insiste en lo comunitario, en la cultura como derecho, y en la protección de los trabajadores del sector. Podemos, entre una batería de propuestas concretas y verificables, igualmente recupera el fantasma del Fleta para pensar en una ‘plaza de la jota’, con programación escénica permanente, en el solar que ocupaba el teatro. Aragón Existe se va por lo local, por mover y coordinar la oferta en el territorio, con algún ‘tic turolense’ como la potenciación de las recreaciones históricas. Y Ciudadanos relaciona cultura y turismo y plantea variadas ideas, incluida, ya en solitario, la de crear otro museo Goya que reúna la obra dispersa en Aragón.

Leer estos programas es hoy un ejercicio en desuso, de difícil realización incluso digitalmente. Además, han perdido su valor en cuanto al control de los gobernantes, porque ya no se piden cuentas en función de su cumplimiento. Son papel mojado, sí, pero que continúa dando pistas sobre las distintas sensibilidades.

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