jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

Los charcos en la campaña

Los charcos en la campaña
Los charcos en la campaña
Heraldo

Llueven promesas y reproches a partes iguales. Tan plagada está la carrera electoral de charcos que los candidatos tienen que redoblar la pericia para esquivarlos. Un resbalón puede ser fatal en una campaña con una mínima diferencia entre bloques, un centro político casi muerto y un inédito partido localista como árbitro de la contienda. 

Un puñado de votos hará que Aragón se tiña de azul o rojo. Y los captará la formación política que dé con la fórmula magistral que combina, en sus justas proporciones, propuestas que apelan a la razón y al corazón.

Los partidos lanzan promesas para movilizar a los fieles, los que ya saben que les votarán, y evitar que el 28-M se queden en casa; y utilizan los reproches para desgastar al rival. Sin que les duelan prendas. Envolviendo sus argumentos de un aragonesismo moderado para pescar en el río revuelto en el que nadan los desencantados votantes del centro regionalista y liberal.

No se esperan saltos masivos de izquierda a derecha ni de derecha a izquierda a estas alturas de la partida. Salvo en los extremos, donde van a parar los críticos con el sistema.

El electorado más joven no sabe a quien votar: uno de cada tres aragoneses menores de 24 se declara indeciso, presa fácil a la que se lanzan las propuestas. Y toman conciencia ahora los partidos de que los jóvenes no se pueden emancipar. Así se ha oído hablar más de vivienda en un mes que en toda la legislatura, con un bipartidismo que compite por arrogarse la propuesta de avalar hipotecas e impulsar promociones públicas, fiando a la construcción el futuro del país y de la Comunidad.

Años, lustros pasarán hasta que florezcan unas viviendas que ni siquiera se han empezado a plantar. Para compensar la larga espera, se subvencionarán a los jóvenes vacaciones en tren. Carpe diem de fiesta en fiesta, de festival a festival, que les saldrá gratis a los que cumplan 18 años con los 400 euros del bono cultural. Para ir al cine no hay nada. La entrada subvencionada se reserva para los jubilados. Que también votan.

Más allá de pan y circo, los racionales votantes de mediana edad esperan argumentos sinceros y claros. Aunque el apocalipsis económico ni ha llegado ni lo hará, el maná europeo se acabará y la Unión retomará sus austeras reglas. ¿Qué harán los partidos cuando las vacas flacas vuelvan?

La madurez democrática consiste en lanzar promesas electorales y avanzar soluciones para los problemas que se avecinan. Como la sequía, que resucita el fantasma del trasvase; o el dislate legislativo que permite a etarras condenados por asesinato formen parte de listas electorales.

Con las vísceras también se vota. Pero la campaña es larga y conviene aparcar las estridencias. Una vehemencia excesiva nubla la vista y puede provocar en un resbalón fatal y viral que da al traste con la mejor de las campañas.

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