Comienza una campaña electoral que se prevé intensa porque las encuestas auguran unos resultados muy ajustados para el 28 de mayo. 

La última prueba de que todo está en el aire la aportó ayer mismo el último sondeo del CIS, que señala que Teruel Existe tendría la llave de la gobernabilidad en la Comunidad: la suma de sus escaños a los del PP y Vox daría al popular Azcón la presidencia de la DGA, pero también podría permitir la reedición del cuatripartito liderado por el socialista Lambán. Todos los partidos van a buscar, pues, hasta el último voto, también como antesala de las generales. En este contexto hay que hacer un llamamiento a que los candidatos den lo mejor de sí mismos. Una buena y eficaz campaña electoral, concebida como uno de los ejes del sistema de representación de las democracias, se construye en gran medida con el juego limpio de los políticos que aspiran a protagonizar ese sistema.

La historia del Aragón democrático gira el torno a la idea de pacto, de intercambio de proyectos y de buenas maneras. Así debe seguir siendo ahora, aunque las diferencias demoscópicas sean mínimas entre los dos bloques ideológicos. La campaña que comienza debe rehuir polémicas innecesarias y lejanas al interés de los ciudadanos. Además, tiene que evitar la polarización que enfanga la atmósfera política nacional. Por el contrario, está obligada a enfocarse en los temas y proyectos que urge acometer desde el Pignatelli y los ayuntamientos en beneficio de la colectividad.

Estas elecciones no son un duelo entre Javier Lambán y Jorge Azcón ni deben estar marcadas por tácticas en exceso interesadas. Es preciso centrarse en propuestas para mejorar la sanidad, la educación, la economía, la movilidad, la seguridad, el medio ambiente y, en general, las condiciones de vida de los ciudadanos. En definitiva, es tiempo de hablar de Aragón y los aragoneses.