Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

75 años de pugna en los libros

Ataque israelí sobre la Franja de Gaza
Ataque israelí sobre la Franja de Gaza
MOHAMMED SALEM

Eretz Israel (la tierra de Israel) ha sido la cuna del pueblo judío...". Así comenzaba el texto de la declaración de independencia del Estado de Israel que David Ben-Gurión leyó hace 75 años en el museo de Tel Aviv. 

Eran las cuatro de la tarde del 14 de mayo de 1948, horas antes de que expirase el Mandato británico sobre Palestina. Al acto asistían unas doscientas personas, las más significativas del sionismo, a excepción de las que no habían podido abandonar Jerusalén a causa del bloqueo. Tropas regulares e irregulares ya combatían en todos los frentes. Fueron quince párrafos leídos en una ceremonia improvisada que ponía fin a medio siglo de avatares con el objetivo de poner en pie un Estado para los seguidores de una de las tres religiones del Libro. Poco antes, sir Alan Cunningham, el último alto comisionado del Reino Unido en Palestina, arriaba la bandera británica. Al mismo tiempo, las mezquitas de El Cairo, Riad, Beirut, Damasco y Bagdad convocan a los fieles musulmanes a la ‘yihad’. Para los judíos era el inicio de la ‘guerra de independencia’. Para los palestinos era el ‘Nakba’ (el desastre). Un pueblo desesperado y perseguido obtenía finalmente un refugio y una patria, pero con un coste terrible para otro pueblo.

El Estado de Israel cumple 75 años. A pesar del tiempo transcurrido, los historiadores judíos mantienen dos relatos diametralmente opuestos del momento de su
fundación 

A partir de ese momento comenzó una batalla militar y también historiográfica que sigue viva. Como ha admitido el que fuera embajador israelí en España, Shlomo Ben-Ami, "sufrimos un exceso de historia y un defecto de geografía. Las narrativas nacionales de israelíes y palestinos son irreconciliables".

Buena parte de los especialistas que han abordado la historia de Israel, desde Walter Laqueur a Edward Said, han dejado claro que el conflicto, después de más de un siglo de pervivencia, es ya una confusa amalgama de hechos, percepciones, invenciones, tópicos, manipulaciones y también tergiversaciones. No obstante, la esencia del contencioso ha sido bien descrita por quienes que se han aproximado a él con honestidad y rigor. Ya en 1951, por ejemplo, Hannah Arendt enunció el nudo gordiano: "La solución de la cuestión judía produjo una nueva categoría de refugiados, los árabes".

En Oriente Próximo, la historia es clave para legitimar la posesión de la tierra. Aunque unos y otros utilizan el pasado como argumento para defender su presencia en el territorio, sin necesidad de remontarse al libro del Génesis ("Sal hacia la tierra que te mostraré, y haré de ti una nación libre", le promete Jehová a Abraham) son los judíos quienes dominan esta trinchera porque su discurso ha sido el preeminente. Sin embargo, después de décadas de alimentar un relato ultranacionalista, en los años ochenta un grupo de estudiosos israelíes llevaron a cabo investigaciones sobre la guerra de 1948 gracias a la desclasificación de documentación reservada. Los ‘nuevos historiadores’ (Pappé, Morris, Segev, Shlaim y Flapan) dieron así la vuelta a los mitos fundacionales del Estado, empezando por el más célebre: el territorio de Palestina era "una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra". Sus estudios generaron un profundo debate que aún perdura.

La conquista de Tierra Santa también se juega en los libros

Israel celebra su 75 aniversario con un nuevo brote de violencia en Gaza y con una crisis constitucional provocada por el gobierno de Netanyahu. No obstante, su futuro depende sobre todo de que salde dos cuentas con el pasado. Primero, pactar con los palestinos una solución estable que ponga fin a la ocupación ilegal de parte del territorio (Amos Oz argumentó que el problema solo se solucionará cuando ambas partes dejen de hablar de justicia e injusticia y empiecen a hablar de realidad). Segundo, fijar los hechos de la fundación del Estado. No hay democracia sólida que no esté fundamentada en un acuerdo de mínimos acerca de sus auténticos orígenes históricos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Javier Rueda)

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